martes, 23 de abril de 2024

Arcadia´s Got Talent

 



–«Puede ser o puede que no lo sea. Esa es la cuestión, o sea, la duda. ¿Se me entiende?»

–Sam, Y veme por esto otro, mayordomo de Su Majestad, ¿no le parece realmente mala la actuación de Chéspir, El de los versos disparejos?

– Nahna, Bruja del Páramo, calificarlo de «mala» es quedarse corto. Este actorucho de baja estofa convierte a Chuache, Exterminador de rimas, en trovador del año.

–Y aparte de lo mal que recita y de ser un fantasma… ¿Cuál es el problema por el que me ha convocado con tanta urgencia?

–Necesito su ayuda para deshacerme de él.

–¡Ay, hijo! Lo mío son las pociones y emplastos naturales. Para problemas de espíritus debe recurrir a un nigromante.

»¿Le ha consultado a Tímpurras, Sanador de la Estepa?

–Sí, pero se sale del presupuesto.

–Veo que Su Majestad, El del puño cerrado, vuelve a las andadas. Ya estuvo una vez a punto de ganarse un hijo bastardo por querer ahorrarse unos cuartos de oro.

–Mucho me temo que he de ser yo quien se encargue de la factura en esta ocasión.

–¿Y eso?

–Es una historia larga.

–Cuéntemela. A lo mejor así me convence.

–«Date cosas buenas, Macareniel, Cuerpo alegre, porque la vida es para eso… ¡Ay!»

–¡Vaya! El tal Chéspir le da a todos los palos.

–Ya lo ve, Nahna.

–¿Y esa historia?

–Me da un poco de vergüenza.

–Al mal paso dele prisa.

–Usted gana. Verá, antes de fallecer coincidí con Chéspir en cierto lugar del reino cuyo nombre no quiero acordarme.

–En la taberna de Eldelbar, ¿no?

–Esto… Sí. Pero no me juzgue por ello.

–¡Jamás se me ocurriría!

–Pues eso. Estábamos los dos en el Grifo de cerveza tras su última actuación y me invitó a unas rondas. Parecía que solo deseaba entablar conversación pero lo que realmente buscaba eran chismes sobre Su Majestad para escribir sus monólogos.

–No le contaría lo de su necesidad de píldoras de genio azul, ¿verdad?

–Mucho me temo que sí.

–Y por supuesto Su Majestad se enteró de tamaña metedura de pata.

–No puede hacerse una idea de hasta dónde llegaron los gritos del Cabeza del reino.

–¿Mató usted a Chéspir para silenciarlo?

–No tuve necesidad. Hizo cierto chiste sobre la esposa de Ozello, El criador de cuernos, que no fueron del gusto del cabrero.

–¿Entonces dónde está el problema?

–Tras finar, el espíritu de Chéspir se aparece ante el lecho conyugal cuando Sus Majestades entablan relaciones íntimas. Concentrarse en tales menesteres puede ser muy difícil si alguien recita a voz en grito una oda al árbol caído.

–Me hago cargo.

–¡Y Su Majestad me echa la culpa de ello! Ha jurado por su invencible espada…

–«Invencible espada». Cuán cachondo puede ser El guía de la villa.

–…que los cerdos reales se darán un festín con mi pobre cuerpo si no me deshago de Chépir antes de la próxima luna llena.

–Se lo merece por su indiscreción.

–Ayúdeme, Bruja del Páramo. Es mi única esperanza.

–Buenooo… Pero no le va a salir barato.

–Pida lo que sea.

–Eso después. A ver, déjeme pensar. ¡Ya lo tengo! Vamos a organizar en honor a Chéspir una pantomima. ¿Sería capaz de convencerle de algo?

–Mi vida está en juego. Podría venderle jabón de leche de burra alada a una familia de orcos si fuera necesario.

–¡Esa es la actitud! Pues bien, se va a acercar a nuestro amigo para decirle que si quiere aparecerse en palacio ha de presentarse a una prueba, prueba que por supuesto no pasará.

–¿Y si se niega?

–Entonces Tímpurras lo mandará a los infiernos con sus oscuras artes.

–¡Pero si no puedo contratar sus servicios!

–Sam, es un farol. Habrá jugado alguna vez a la baraja arcadiana, ¿no?

–Lo mío son las pintas de cerveza.

–No sé si alegrarme por ello o no. A lo que vamos. Es un farol; una farsa. Debe convencerle de que tiene que hacer la prueba, y aceptar el resultado, o se las verá con Tímpurras.

–¿Y para cuándo sería esa prueba?

–Para mañana. Dejemos que Su Majestad disfrute del trabajo interpretativo del comediante una noche más.

–«¿Saben cuál es la pasta preferida del rey Arturo? El Canelot. Jua, jua, jua.»

–Encima chistoso.

 

Al día siguiente

 

–¡Sam! ¿Qué hacen aquí todos estos espíritus?

–Buen día tenga, Nahna. ¿Ha visto cuántos he conseguido reunir en tan poco tiempo? Cuando ayer nos despedimos pensé que si organizaba un concurso de talentos nuestra pantomima sería más realista para Chéspir.

–Talento es de lo que usted carece.

–Pero Nahna. Yo…

–Vamos a ver, Sam, El del cerebro de mosquito. ¿Ha pensado qué va a hacer con el ganador?

–Esto…

–Ya me lo imaginaba. Pues ya puede ir ensayando cómo le va a explicar a Sus Majestades que desde hoy el castillo tiene un fantasma oficial.

–Mientras nos deshagamos de Chéspir…

–Terminemos con este sinsentido de una vez; haga pasar al primero de los «aspirantes».

–El primero es Rocca Sigfredi, Ébano de Guasap. Se hace llamar El Trípode. Yo le veo con muchas posibilidades de pasar la prueba.

»Es bailarín raro. O extraño. No recuerdo cómo se me ha presentado.

–Vamos a ver, Sam. ¿De verdad le parece bien que el espíritu de un bailarín exótico, que no raro, apodado El Trípode, se pasee por el lecho conyugal de Sus Majestades?

–¿Sí?

–Muy caro. Le va a salir muy caro.

 

B.A.: 2024


lunes, 19 de febrero de 2024

¡¡Ay!!

 


Le habría resultado insoportable ver a ese pedazo de cachas haciéndole el boca a boca a su flamante novia… si no fuera porque su compañero, el tirillas, hacía lo propio con él al ritmo de La Macarena. «Dale a tu cuerpo alegría Macarena –canturreaba el socorrista mientras machacaba el tórax del joven con sorprendente fuerza–, que tu cuerpo es pa'darle alegría y cosa buena», tonadilla a la que se incorporó el aspirante a Schwarzenegger más mal que bien. Y cuando en la última estrofa todos cuantos contemplaban expectantes aquella tragedia vacacional lanzaron un estentóreo: «¡¡AY!!», los dos cuerpos requemados, aceitosos y apenas vestidos retornaron a la vida con una inspiración profunda, incorporándonos al coro.

Ni que decir tiene cuál fue la canción que eligieron para abrir su baile nupcial.



Safe Creative #2102176947085

Abrax, Braxas y el rayo que los parió

 



–¡Saludos, Nahna, Bruja del Páramo! Abrax le da la bienvenida al Mercado de Dona.

–¡Nahna! Del páramo la bruja. ¿Por nuestro humilde comercio qué le trae?

–Abrax. Braxas. Tengan los dos muy buenos días. Necesito mandrágora de fauno. Una raíz bien grande será suficiente. Y también nueces de Ávalon. ¿A cuánto tiene la onza, Abrax?

–Abrax tiene la onza a solo una pieza de oro. Y pueden entrar entre diez y doce nueces. Se la quitan a Abrax de las manos, señora. ¡Se las quitan a Abrax de las manos!

–¿Doce nueces a una sola pieza? ¿Tan barato, Abrax? No me estará ofreciendo jamelgo salado por unicornio, ¿verdad? Y dígame, Braxas, ¿usted a cuánto las tiene?

–Mis productos de la mejor calidad son, en cuenta lo tenga. Tres piezas a una onza es su valor pero grandes son como huevos por gallinácea puestos. Recolectados recién.

»No le engaño, bien lo sabe. Los tejemanejes a Abrax le dejo.

–Abrax se pregunta qué quieres decir con eso, Braxas.

–Compañero, digo que un estafador eres.

–Eso no se lo dices a Abrax en la cara.

–En la cara te lo digo. De aquí a Peichín malo eres. Como la quina.

–¿Qué Abrax es malo? ¡¡Que Abrax es malo, el desgraciado dice!! Pues mejor ser malo que bobalicón como tú, Braxas. Si no fuera por Abrax el negocio hace tiempo que se hubiera ido al garete. Un mes sin pagar el alquiler y Baskin, El del corazón helado, convertiría el local en una cabaña turística.

»¡Ay, Nahna! En nuestra pobre Arcadia Bajo ya solo hay sitio para turistas, tabernas y tiendas de recuerdos. Qué pocos negocios tradicionales quedan.

–¿Qué me va a contar, Abrax? La semana pasada salvé a dos idiotas de morir calcinados. Fueron al Páramo para hacerse un retrato ante una fumarola. ¡Un retrato a pigmento y aceite! Si hubieran visto como sudaba el pintamonas…

–Pero excusa no es para a la clientela engañar.

–¿Será idiota el santurrón? Nos vas a arruinar el negocio.

–Pobre pero honrado mejor es.

–Eso díselo a Baskin, a quien las hadas contagien la gripe del troll.

–¡Sinvergüenza!

–Ahora vas a ver tú…

–¡¡SE PUEDE SABER QUÉ PASA AQUÍ!! Hola, Nahna. ¿Me puedes explicar qué le pasa a estos dos buenos para nada?

–Dona, Hija de Verdulero, Hijo de Frutero. Buen día tenga. Aquí sus esposos, que tienen una visión muy distinta del negocio.

–No me digas más. Abrax, siempre taimado y tramposo, vende mucho con su género de tercera a precios de saldo mientras que Braxas, de una bondad rayana a la estupidez, atrae a los pocos arcadianos de paladar exquisito con sus productos de lujo.

–¿Y usted, Dona?

–Yo engaño lo justo para tener beneficios y conservar a la clientela.

–Dona, en usted se halla el equilibrio.

–No hay otra forma de sacar el negocio adelante. ¡Abrax! ¡Braxas! Preparadle a Nahna una onza de nueces. Mitad de una calidad y mitad de la otra.

–Y no os olvidéis de la raíz de fauno. Bien grande, por favor.

–Ya habéis oído, chicos. En marcha que el dinero no crece como las manzanas de oro en el jardín de las hermanas Herpérides.

–Bueno, Dona. ¿Y cómo es su vida con esos dos? Reconozco que Guierindie Gueltcam, El insuflador de la vida, hizo un trabajo excepcional. Pocos hubieran conseguido salvar a su pobre Abraxas, Esposo de Verdulera, cuando ese rayo lo partió por la mitad.

 –Para El insuflador de Vida no tengo más que palabras de agradecimiento, no me vayas a malinterpretar, pero usar medio golem para completar cada parte de Abraxas...

–¿Tiene quejas de su trabajo?

–Más bien de los efectos secundarios.

–¿Y cuáles son? Si puede saberse.

–Pues mire. Desde que la comunidad de Judá se instaló en el reino cada vez que uno de sus miembros tiene un problema, por muy nimio que éste sea, el golem sale del letargo para ayudarlo, arrastrando a mis maridos y dejando el puesto vacío.

»A veces pienso que mejor me habría ido si Riotuerto, El matasanos de la Cavada, hubiera cosido a Abraxas con aguja e hilo.

–¿Me hablas de sirujía? Y qué vendría luego, ¿tomarse una gragea de lonotil para dormir a los genios de la cabeza?

–No seas hipócrita, Nahna. Tú usas lentes para ver.

–Eso es cristal tallado, no aberrar a la Madre Naturaleza.

–Si tú lo dices…

–Lo digo. Pero bueno… Hablando de todo un poco. ¿Puedo hacerle una pregunta personal? Curiosidad de vieja bruja.

–Hazla y ya veré si te respondo.

–¿Cómo es tener a dos hombres en el mismo lecho?

–¡Bah! No te hagas muchas ilusiones. Incluso cuando estaba completo mi Abraxas no funcionaba ni medio bien.

–¿Quiere que le recete una píldora de genio azul?

–No te preocupes, Nahna. Siempre fui una mujer con recursos. ¿Le apetece un manojito de plátanos para esta noche? De las Islas de los Canarios, por supuesto.

–No gracias, Dona. Ya llevo cuanto necesito.

–Pues nada. Que tenga un buen día.

–Salud, Dona, Hija de Verdulero, Hijo de Frutero.

–Salud, Nahna, Bruja del Páramo.

»¡¡SIGUIENTEEE…!!

 

B.A.: 2024


Serie: Érase una vez en el reino de Arcadia Bajo

Abrax, Braxas y la madre que los parió


miércoles, 7 de febrero de 2024

Lágrimas de claro de luna

 


Cuentan quienes lo vieron que la belleza de la joven Illarguia era abrumadora. Viajera infatigable en un mundo recién despierto, Illarguia trazaba su camino siempre en pos del brillo de la estrella del este, solventado entuertos y disputas donde el errante deambular la llevara, tal era su naturaleza armónica. En ella habitaban la luz y la oscuridad en perfecto equilibrio y afirman los trovadores que cantaron sus alabanzas que los hijos de hombre la tenían en elevada estima pues las suyas eran las más justas de las decisiones.

Pero a la manera de las leyendas y los cuentos de antaño, donde un espíritu maligno dificulta la suerte del héroe con sus negras intensiones, en el camino de Illarguia se cruzó un abominable hijo de hombre quien por medio de las peores artes de la alquimia, motivado por una ferviente envidia –hacia su singular belleza o por el aprecio que le mostraban sus congéneres; por ambas causas a la vez o por otras totalmente desconocidas–, la transformó en áspera roca para lanzarla después hacia el cielo nocturno donde quedó colgada para siempre. La identidad de este innoble ser no quedó registrada en los anales de la Historia pero sí se sabe que tuvo un mal final pues si sus actos hacia Illarguia fueron despiadados los de sus hermanos lo fueron aún más para con él, dándole brutal muerte al verse huérfanos de la buena guía de la joven.

Muchos fueron los nombres con los que se bautizó a la nueva naturaleza de Illarguia. Selene para unos, Luna para otros,… Ilargia en boca de quienes habitaban los bosques del norte. Ya fuera Áine, Chandra o Nisha, la brillante esfera en que transformaran a la desgraciada joven salía todas las noches para bendecir con su fulgor la dura tierra a sus pies, mostrándose siempre plena a ojos de los hijos de hombre. Pero Illarguia era equilibrio, y si su lado luminoso protegía la vida bajo su manto, regulaba los ciclos naturales y daba lugar a las mareas, su imagen especular reflejada en las infinitas aguas origen de vida era la maldad en su estado más puro.

Sin el contrapeso de la luz, el mal que habitaba en Illarguia se derramó libremente por la faz del mundo. El nuevo astro del cielo atraía la vista y los suspiros de los hijos de hombre pero era inalcanzable, y la naturaleza oscura de Illarguia, consciente de este anhelo insatisfecho, lo aprovechó para satisfacer su sed de venganza.

Devorada por un rencor que se hacía mayor con cada nuevo amanecer, el daño sufrido a manos de uno supondría el fin de cientos y así, ya fuera desde un océano, un riachuelo o el más apacible de los pantanos, Illarguia la Oscurecida se mostraba bellísima ante los hijos de hombre, ilusoriamente cercana, nublándoles la voluntad para atraerlos al asfixiante abrazo de las frías aguas.

Desde entonces el bello rostro de Illarguia pasó a ser la encarnación del mal. Los hijos de hombre dejaron de frecuentar los caminos desde la atardecida, máxime en los meses de copiosa lluvia, temerosos de caer en el embrujo del demonio líquido de la noche. Solo los muy valientes, o los muy inconscientes, se atrevían a desafiar a la Oscurecida, siendo pocos los que conservaron la vida para poder contarlo. Mientras tanto, Illarguia la Radiante lloraba desconsolada lágrimas de claro de luna. 

–––––––––––––––––––––––––––––– 

Corren malos tiempos para los hijos de hombre. El pueblo bajo se desvive por malvivir de lo que consigue arrancarle a los ingratos cultivos. Una reducida élite gobierna con puño de hierro tierras ganadas sin honor y solo los muy versados pueden comprender las verdades ocultas en los antiguos escritos. Pocos suspiran hacia la Radiante; nadie desafía el hambre insaciable de la Oscurecida.

Moviéndose no sin dificultad entre grimorios enmohecidos y anaqueles con productos químicos que derriten los tejidos blandos con sus corrosivos vapores, un hijo de hombre descifra a la luz incierta de una palmatoria los orígenes olvidados de Illarguia. El sabio, a quien el cruel Destino reserva una dolorosa muerte entre las llamas purificadoras de un auto de fe, acusado de brujería por aquellos a quienes está a punto de ayudar con sus conocimientos, acaba de descubrir la fórmula que dará término a la maldición de la Oscurecida. Dibuja figuras herméticas, purifica principios, destila extractos capaces de reiniciar el mundo, pues solo con el poder de la Energía Primigenia podrá restablecer el equilibrio injustamente robado a Illarguia.

Al término del proceso alquímico un estremecimiento recorre la columna vertebral del Universo, imperceptible en las distancias imposibles que lo trazan, suficiente para que la Luna comience lentamente a ocultar su fulgor. Y así, coincidiendo con la floración de la higuera en la víspera de San Juan, tanto la Radiante como su reflejo desaparecen por completo a ojos de los hijos de hombre.

La primera luna nueva es un momento de profunda intimidad para las dos naturalezas de Illarguia. El dolor por los muchos años perdidos es insignificante comparado con la alegría del reencuentro, y al igual que el mineral de plata derrite el hielo, la sonrisa argentina que se le dibuja en la cara a la Radiante funde el frío odio enquistado en el corazón de su gemela líquida. El equilibrio queda restablecido y con Illarguia nuevamente completa los hijos de hombre pueden disfrutar desde entonces de sus lágrimas de claro de luna, ahora y ya por siempre de felicidad.

 

B.A.: 2024





miércoles, 11 de octubre de 2023

Desde el mismo infierno

 

Nota: Imágenes sacadas de internes para su retoque.

––––––––––––––––––––––––––––––––––

Hacia la mitad del puente recibe una nueva notificación. ¡Bip! No debería leerla pero le es imposible resistirse al embrujo. Y allí está el veneno de siempre. Que si ha arruinado su infancia. Que si ojalá muriera entre dolores. Que si su madre debería haber abortado…

Le es imposible recordar las veces que ha cambiado de número de teléfono. Impotente, con el móvil fuertemente agarrado, maldice por enésima vez aquella audición, «El papel de mi vida», como le dijo a su orgullosa madre. Sí, claro, el papel de su vida. Ser parte de la saga fantástica Zomblince debería haber sido su catapulta al estrellato y no una caída en picado hacia los infiernos.

Mensajes, pintadas, ruedas pinchadas,… ¡Hasta correo postal había recibido conteniendo lo peor del ser humano! ¿Qué culpa tenía ella de que el director, mediante un disparatado giro de guión, transformara en mujer al apreciado doctor Anderson, protagonista de los cómics oficiales de la saga? Por si fuera poco era negra y homosexual, la combinación perfecta para desencadenar la tormenta del odio en el mundo de los haters.

Las aguas susurran al pasar entre los pilares del puente centenario, canto de sirena que atrae a la joven al descanso del olvido eterno. Y con cada segundo transcurrido más inclina el torso sobre la barandilla, el áspero metal tibio por el calor de su afiebrado cuerpo. «Perdóname, mamá», murmura entre lágrimas e inicia una cuenta atrás que nunca debió iniciarse.

Tres.

Dos.

Un…

–¿Se te ha caído algo?

Una niña de siete u ocho años clava sus inocentes ojos en ella, exigiendo una respuesta. Junto a ella se encuentra un hombre, su padre por el evidente parecido, quien con el móvil en una mano y la chaqueta tirada en el suelo se prepara para lo peor.

–Sí –miente la joven a la desesperada–. Una medallita.

–Pues creo que la has perdido.

–Eso creo yo también.

–¿Podemos ayudarla? –pregunta el hombre algo más calmado al ver cómo la joven se aleja del borde.

–Nadie puede ayudarme.

–En eso se equivoca, señorita Reina.

–Me ha reconocido.

–Desde hace años sigo la prometedora carrera de Gracia Reina.

–¿Prometedora, dice? No me haga reír.

–No era mi intensión.

–Esto… Un momento. ¿Usted no es ese actor que…?

–Sí. Yo soy ese actor que también perdió una medallita.

 

¿Misma ciudad? ¿Mismo río?... Mismo infierno.

Constantino Rivero, Tino para los amigos, no veía salida alguna. Las aguas fluían violentas a causa de las últimas lluvias pero en ellas el hombre sólo veía la paz negada. El fandom es capaz de lo mejor, pero también de lo peor, y desgraciadamente suelen ser quienes odian los que más tiempo y energías dedican a las redes sociales.

La película era mala, de las peor valoradas por Rotten Tomatoes, no así su trabajo. Pero los haters lo tomaron a él como chivo expiatorio. Quién sabe si por haber sustituido al actor escogido en primer lugar para el papel, por ser murciano o por dejarse barba. La razón era lo de menos para los sinrazón. Se había convertido en un apestado y ningún productor quería entre sus filas al blanco de la ira de los violentos. El destierro al inframundo de la teletienda fue la única forma digna de ganarse la vida que encontró y ni aún así dejaban de acosarle.

Un nuevo mensaje. ¡Ti-tum! Con sorpresa vio que era de Raquel, su esposa, quien le enviaba tres emojis de corazones bajo una fotografía que el temblor de la culpabilidad abrió a pantalla completa, surgiendo ante sus ojos un test de embarazo. ¡¿Positivo?! Tino llamó a Raquel y mientras hablaban de la buena nueva se alejó con decisión de las aguas, furiosas por no recibir el sacrificio prometido.

 

–Mi hija Ángela me salvó aquel día –le comenta Tino a Gracia, sentados ante sendas tazas de café. La pequeña se halla alejada de los adultos, disfrutando de un helado mientras juega al Candy Crush–, y hoy me gustaría ayudarla a usted.

–Pero es tan difícil…

–Lo sé y por eso le propongo una cosa. Venga el viernes por la tarde a la librería El perro de Ulises. Hay jornada cultural y varios compañeros iremos allí a charlar con los vecinos del barrio. Creo que puede venirle muy bien la compañía.

–No sé si…

–Por favor.

–Si insiste.

–Insisto.

 

La librería rebosa de actividad. Tino sonríe en cuanto la ve aparecer y desplegando sus grandes dotes actorales, sin nada que envidiar a Hugh Jackman en El gran showman, anuncia a la apretada concurrencia:

Ladies and gentleman! ¡Niños y niñas! Un momento de atención, por favor. Nos hemos reunido hoy aquí para asistir a la inauguración del Club de Fans de Gracia Reina. ¡Y qué mejor forma de hacerlo que de mano de la mismísima doctora Anderson! Amigos míos, demostrémosle nuestro cariño con este fuerte aplauso.

La ovación es atronadora y cuando la joven quiere darse cuenta ya se halla sentada tras una mesa, firmando autógrafos a diestro y siniestro. «Su interpretación en Zomblince fue inspiradora», dice alguien. «¿Cuál será su próximo papel?», le preguntan desde atrás. «Debe haberlo pasado tan mal…»

–Tino, esto es un sueño –se hace oír Gracia por encima del barullo.

–Fue anunciar el club en las redes y al momento ya había docenas de inscripciones.

–Muchas gracias. No sé cómo…

–Disfrútalo. Te lo mereces.

¡Bip! Llega una nueva notificación pero Gracia la ignora henchida de felicidad.

 

B.A.: 2023

El mundo de Zomblice