Los
extraños llegaron al amanecer, irrumpiendo con su presencia en la monótona vida
de un pueblecito de la
Sierra Norte. Eran cuatro, todos ellos altos, delgados y de
tez blanca, y vestían ropas ligeras para las frías temperaturas de la estación
sin que un temblor distorsionara sus ademanes pausados. Alemanes dijeron unos;
suecos afirmaron otros. Y aunque nadie pudo intercambiar una sola palabra con
ninguno de ellos, la comunicación fue fluida gracias al lenguaje universal de
los gestos.
El 16 de noviembre de 1974, desde el radiotelescopio de Arecibo (Puerto Rico), se envió un mensaje de radio al espacio con información sobre el planeta Tierra y la especie humana que tardará 25 milenios en llegar a su meta, un cúmulo de estrellas llamado M13. «Mensaje de Arecibo: Relatos desde el planeta Tierra» está dedicado a este solitario cowboy del espacio; espero que mis relatos aplaquen la soledad de su destino final.
miércoles, 30 de marzo de 2016
martes, 15 de marzo de 2016
El valor de un unicornio
Imágenes extraídas de Pixabay e Internet
* * *
(Tilín,
tilín)
–¡Nahna,
Bruja del Páramo! ¿Qué le trae por mi
modesta carnicería?
–Saludos, Solrak, Hijo
de Carnicero. ¿Tiene carne de unicornio?
–Pues sí, querida Nahna. La tengo a tres piezas de oro la onza.
–¡¿Tres piezas?! ¡Eso es un robo, Solrak!
–Comprenda que está casi extinto, no como estas
asquerosas hadas que vienen hasta aquí atraídas por la sangre de troll.
¡¡Fuera, malnacidas!!
–Me llevo toda la que tenga si me la deja a dos
piezas.
La Doncella de Rosette
A
los diecisiete años perdí mi identidad. Me convertí en un símbolo, la Doncella de Rosette,
sucesora de una larga tradición de campeonas a las que las sacerdotisas del
templo han entrenado desde los albores de nuestro pueblo guerrero para dar caza
al unicornio la última luna llena de cada año.
viernes, 4 de marzo de 2016
Grabado en relieve
San Jorge y el dragón, Flor Rodríguez de Almansa
Xilografía
Xilografía
La bata era blanca cuando la compró. Ahora muestra un acusado tono amarillento debido a los numerosos lavados con lejía sufridos desde entonces y una costra oscura imposible de quitar señala las zonas donde Francisco Burillo, artista grabador y profesor jubilado de dibujo en el IES Alberto Durero, tantas veces se había limpiado la tinta de las manos. Pero era la bata con la que más cómodo se encontraba y dejando de lado las nuevas –blancas y esponjosas como las prendas de los anuncios de detergente–, el anciano se la abotona concienzudamente para proteger la ropa que viste, pues es su intención trabajar toda la mañana del domingo en el estudio que tiene montado en la planta alta de su pequeña vivienda.
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