lunes, 4 de diciembre de 2017

Easter eggs


Nota: Mensaje de Arecibo cumple 4 años, y para celebrarlo os regalo
este relato cargado de humor y, por qué no, de autopromoción.
Muchas gracias a todos.

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–Sr. Vivas.
–¿Sí, maestro?
–Voy a corregir su trabajo.
»Acérquemelo, por favor.
–Ahora mismo, maestro. Y ya le digo que esta vez lo voy a sorprender.
–Miedo me da.

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Mensaje de Arecibo
Trabajo realizado por Álvaro Vivas Alborch (3A)

Tras Arecibo se encuentra el escritor amateur que responde a las siglas B.A., de las que no ha trascendido su significado.
Desarrolla su infancia en los ochenta, y son las películas y series de televisión de aquel entonces las que inflaman su imaginación, siendo fácil de apreciar cierta nostalgia ochentera en todas y cada una de las entradas de su blog.
En sus relatos, que no suelen superar las 1200 palabras de extensión, ha tratado casi todos los temas, siendo el fantástico el que practica con mayor asiduidad, con predilección al subgénero del apocalipsis zombi, tan de moda gracias a la serie de televisión The Walking Dead. En la actualidad se halla embarcado en su proyecto más ambicioso y personal, la «space opera» de corte clásico que lleva el nombre de Érase una vez en Rebis.
Entre sus características principales se encuentra la búsqueda de nombres significativos con los que bautizar a sus personajes. Todos ellos tienen su razón de ser, siendo por lo general guiños literarios o cinematográficos, y así, mientras que la protagonista de La vichyssoise de la mujer barbuda se llama Andrea por el personaje que interpreta Victoria Abril en Kika, compartiendo con su homónima una cicatriz que le cruza la cara, el ficticio director de cine Edu del Bosque, creador de la saga de serie B Zomblince, extrae su nombre del injustamente llamado «Peor director de la historia», como se conoce a Ed Wood. Diego Leal, agente en suelo extranjero que ya ha protagonizado tres relatos, toma su nombre directamente de James Bond, el famoso 007 creado por Ian Fleming, pues tanto Diego como James (Jaime) son variantes del nombre propio de origen hebreo Ya'akov, y en cuanto a la recurrente figura del Diablo, encarnado por el banquero Adolfo Milton, no es difícil ver que toma su apellido del autor de El paraíso perdido.
Dejando a un lado el tema de los nombres, de lo que se podría hablar largo y tendido, otra característica de este autor novel es el uso continuado de los llamados huevos de pascua (easter eggs en inglés), referencias a relatos anteriores con las que crea un universo propio en constante expansión donde se mueven sus personajes con total familiaridad. Así, el bar La Capilla, que aparece en Las reglas del Muerto, es también el escenario donde arranca Una moneda para Caronte; el personaje secundario Sex Machine aparece tanto en También los piratas tienen madres como en El pasado perdido, y los centenarios muros de San Lázaro resisten la amenaza zombi en Instinto primario y en Riesgo biológico. La revista científica Qué curioso, el reverendo Hopkins, o la agencia de viajes Fiumicino & Sierra son otros easter eggs con los que nos podemos tropezar en la lectura del blog.
Se han dado casos de huevos de pascua muy complejos, hasta el punto de enlazar varios relatos. Como ejemplo, podemos nombrar la ficticia saga de películas de terror Zomblince que aparece tanto en el relato que lleva su nombre como en Juega conmigo. La cuarta parte de esta saga es el videojuego de moda en Paisaje nevado, y podemos conocer a Fina, una de sus programadores, en El laberinto Blackwood, donde también nos tropezaremos con la agencia de viaje Fiumicino & Sierra.
Otra cadena es la que empieza en La sonrisa delDiablo, donde Adolfo Milton, nuestro Diablo particular, conoce a un fan acérrimo de Óscar von Moebius, uno de los grandes magos del momento. A este mago lo veremos también en El pasado perdido, compartiendo relato con el pistolero Sex Machine y con Yuri Vasílievich, presidente de la república de Vinavitán, país ficticio surgido tras la disolución de la antigua Unión Soviética. Y será el embajador en España de Vinavistán quien aparezca en la aventura Siempre llueve en Torreblanca, del agente Diego Leal. De esta forma, podríamos seguir encadenando más y más títulos.
Participante asiduo en varios blogs y comunidades de escritores, ha ganado algunos certámenes […]

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–Sr. Vivas.
–¿Sí, maestro?
–No sé si usted se está cachondeando de mí o si realmente su cerebro encharcado de reguetón no da más.
–¿Por qué lo dice, maestro?
–En primer lugar, se nota a leguas que el trabajo lo ha realizado cortando y pegando de una página web.
»Copy/Paste, no sé si me explico.
–No es así, maestro. Lo he sacado todo de Internet, claro, pero he usado mis propias palabras…
»Como usted nos tiene dicho.
–A ver, criatura. Déjeme un momento… Sí, aquí. En el primer párrafo ha usado la palabra «trascendido».
»¿Sabe lo que significa?
–Mmmmm… Sí maestro. Que le gusta vestirse de mujer. ¿Verdad?
–Lo has clavado, macho. Lo has clavado…
–¡Y que quede claro que no estoy en contra de transcendidos!
–Por supuesto que no, Sr. Vivas. No lo pongo en duda… En segundo lugar, le recuerdo que NO estamos en clase de Lengua y Literatura de la Srta. Apellániz. Cuando os encargué un trabajo sobre el mensaje de Arecibo, me refería al mensaje lanzado desde el radiotelescopio de Arecibo en 1974, y que fue diseñado por Carl Sagan, junto con otros astrónomos. Aquí no nos interesa un escritorzuelo de tres al cuarto que deja sus paridas creativas en un blog de Internet.
»Ya veo la cuenta que echa en clase.
–No diga eso, maestro.
–No sé entonces que quiere que diga.
»Aunque llevaba razón en una cosa: me ha sorprendido.
–…
–Tome su trabajo con el correspondiente 0 y vuelva a entregármelo mañana, escrito con sus propias palabras, por supuesto.
–Ofú maestro.
–Pues eso.
»Y busque el significado de «trascender», por favor.


B.A.: 2.017


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lunes, 16 de octubre de 2017

Ángel de alas borrosas

 


Inspirado en hechos reales

 

Desde muy pequeño supe que un ángel velaba mis sueños. Mi madre, como madre que era, siempre escuchaba tan extraordinaria afirmación con una dulce sonrisa en los labios, alentándome a contarle los pormenores tras prepararme un gran tazón de Cola Cao. Mi padre, en cambio, nunca fue dado a confidencias. Aunque nuestra relación siempre ha sido correcta, de cariñoso tiene lo justo, por razones pasadas y familiares que nunca tuvo necesidad de revelarme, y resolvía la cuestión con un gruñido incrédulo que disparaba con certeza de francotirador por encima del libro que estuviera leyendo en ese momento. Pero mi ángel de la guarda existía y cada noche notaba su presencia como una cálida presión sobre la espalda que me ayudaba a vadear las aguas embravecidas por los vientos oscuros de las pesadillas.

Se ve que a mi ángel solo le habían asignado el turno de noche. Quizás sufriera insomnio, como le ocurría al protagonista de Taxi Driver, o a lo mejor estaba pluriempleado y por el día trabajaba de guardia de seguridad en unos grandes almacenes. ¡Qué sé yo! La cuestión es que en el colegio sufrí el acoso de algunos niños de cursos superiores, lo que ahora se conoce como «bullying», y mi ángel nunca me defendió de ellos con espada flamígera en mano. El problema se resolvió favorablemente cuando la naturaleza quiso obsequiarme de la noche a la mañana un palmo más de altura que no dudé en aprovechar, en ocasiones de forma contundente, para qué lo voy a negar, y la vida siguió de esa manera hasta que un buen día, coincidiendo con mi décimo cumpleaños, mi ángel desapareció para siempre sin notificación previa.

Me enfadé con él durante una buena temporada, rebelándome contra la religión en general y la jerarquía angelical en particular, hasta que mi madre consiguió disolver la amargura del abandono asegurando, con la certeza con la que solo lo puede hacer una madre, que se había ido porque yo ya no lo necesitaba, como lo hacía Mary Poppins cuando el viento soplaba del oeste. Acepté a regañadientes que ayudara a otros niños que lo necesitaban más que yo pero aún así, sobre todo en los días de tormenta, echaba de menos su calidez en mi espalda.

 

 

Hoy hace una semana que vino al mundo Ángela, su tercera noche bajo el techo de nuestra modesta vivienda. Ha sido un día especialmente duro para mi esposa, y entre toma y toma nocturna, se ha rendido a un apacible sueño del que no la he querido despertar cuando la pequeña reclamó por vigésima vez nuestra atención. Así que me he levantado, calmando su intranquilidad como buenamente he podido, para después dejarla suavemente de nuevo en su cuna. Y como padre novato, acongojada y acojonada el alma por aquel terrible mal al que los médicos llaman muerte súbita del lactante, le he puesto la mano en la espalda, buscando su respiración. En ese preciso momento he sabido que mi ángel de la guarda realmente existió, y que estaba más cerca de lo que jamás hubiera creído.

Mañana preguntaré a mi padre sobre ello, aunque sé que solo hablará en presencia de su abogado. Mi padre… ese ángel silencioso que protegió los sueños de mi infancia de males reales e imaginados. Mi cuerpo cálido y vulnerable pudo más que la armadura de hielo con la que se cubrió con testaruda obstinación, y por eso, aunque algo borrosas, se ganó sus alas con el tañido de unas campanas anunciando el nuevo día.

 

B.A.: 2.017

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Este relato forma parte del libro recopilatorio Ahora, que nadie nos oye, déjame que te cuente, resultado del gran esfuerzo realizado por David Rubio Sánchez desde su blog Relatos en su tinta.

 El recopilatorio está disponible en Amazon. Pulse en la imagen para acceder a la página.



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miércoles, 27 de septiembre de 2017

Nuevo en esta plaza


Nota: Relato para el concurso de septiembre de "El tintero de oro",
convocado por el blog "Relatos en su tinta"


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–Los ciudadanos merecen saber la verdad.
–¿Verdad? ¿Qué verdad?
–La que oculta este despreciable espectáculo.
Algo de trascendencia debe haber ocurrido en el coso taurino pues el público se ha levantado como una ola multicolor de los duros asientos de piedra que las maltrechas almohadillas apenas ayudan a hacer confortables, llamando la atención de los contertulios con los vítores y aplausos que atronan el cielo mediterráneo. Don Valerio Harnero de la Mar, propietario de la ganadería Mordelón, contrae el gesto, disgustado, y hacia su yerno acerca el oído para que le cuente los pormenores de lo ocurrido durante el Tercio de Varas.

miércoles, 26 de julio de 2017

Flores para Camden Square




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Siempre tomo el metro en la estación de Bayswater para ir a Camden. Tengo formas más directas de llegar allí desde mi pequeño apartamento de alquiler en Queensway, lo sé, pero en King´s Cross hago transbordo en la línea de autobús 390, y el hormigueo incesante y cosmopolita de la estación es un espectáculo que siempre me gusta disfrutar. 
Adormecido por el vaivén del vagón, rememoro el trayecto que hice junto a Ana hace apenas seis años, cuando la noticia del fallecimiento de su ídolo Amy Winehouse hizo que saliera de estampida con su oso de peluche preferido en una mano y un poema escrito a toda prisa en la otra, rumbo al número 30 de Camden Square donde se agrupaban los seguidores de la cantante para un último adiós. Durante el camino no dejó de corregir las palabras escritas en un papel cada vez más arrugado y húmedo de lágrimas, ya fuera apoyada en mi espalda o sobre sus piernas cruzadas cuando al fin conseguimos un sitio donde sentarnos en plena hora punta y yo sólo podía pensar, malhumorado y culpable a partes iguales, si recibiría el mismo tratamiento en caso de ser mi cuerpo el que hubiera aparecido muerto aquel 23 de julio. ¿Quién me iba a decir que Ana seguiría los pasos de la diva caída pocos meses después? Con el cuerpo de mi amada descansando en el cementerio de San Fernando, a tantos kilómetros del futuro que conseguimos labrarnos tan lejos de una Sevilla sin oportunidades, el epicentro del peregrinaje de los seguidores de Amy siempre me ha servido de lápida en la que llorar su pérdida, acunado por las canciones que grupos de fieles entonan ante el muro de flores, cartas y peluches que cubre las verjas del parque en honor a la diosa del soul.
En King's Cross dejo la línea amarilla de metro y me dirijo a la parada de autobús. La espectacular fachada de St. Pancras me lleva de nuevo a Ana, a la fotografía que le hice ante el andén 9 3/4 la primera Navidad que pasamos en Londres, guapísima con la bufanda que se tejió a franjas rojas y doradas, los colores de la casa de Gryffindor, toda llena de hilos sueltos y nudos. Y es que Londres entero está impregnado de su aliento y de los recuerdos de mi vida junto a ella, y por eso es tan difícil el paso que estoy a punto de dar; esa es la razón de haber pospuesto durante tanto tiempo una última visita a Camden y por la que me he dejado medio sueldo del mes en un ramo de rosas que tantas sonrisas y codazos cómplices provoca entre mis compañeros de viaje.
Ya en el parque, un grupo de seguidoras de la cantante, todas con inmensos rabillos enmarcando sus ojos adolescentes e imposibles peinados retando al cielo de Londres, entonan estrofas de Back to black a voz en grito. «We only said googbye with words, i died a hundred times...», cantan con sorprendente buena voz, parando el concierto improvisado para dedicarme un caluroso recibimiento cargado de aplausos y silbidos cuando me ven aparecer con el espectacular ramo de rosas. Pero las flores no son para Amy, sino para Ana, olorosa ofrenda con la que rogar el perdón por la traición cometida, aunque en el último segundo extraigo la rosa más bonita de todo el ramo y dejo el resto ante una de las fotografías de la diva. Ana así lo hubiera querido.
Cariño. He conocido a alguien… Creo que la quiero.
»Me gustaría intentarlo.


B.A.: 2.017

Este relato forma parte del libro recopilatorio 66 relatos compulsivos, resultado del gran esfuerzo realizado por Sue Celentano desde su comunidad Relatos compulsivos.


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lunes, 29 de mayo de 2017

En tierra de nadie


Nota: «En tierra de nadie» fue mi propuesta para el reto especial convocado por la comunidad Relatos Compulsivos para celebrar su primer año de vida. El relato debía tener una extensión máxima de 350 palabras y empezar por la frase «Hoy hace un año».
Compartió la tercera posición en el concurso con un gran autor, Héctor Fariña, por lo que tuvo el honor de ser leído en directo en el programa «Vérsame mucho» de Raquel Fraga. Al final del relato he colgado un pequeño vídeo con la lectura de aquel día.

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Hoy hace un año que nos conocimos en Ypres. Era la primera Navidad que pasaríamos alejados de la familia, hundidos en la miseria de una guerra que duraba ya cinco meses, y todos, a ambos lados de la treintena de metros que separaba nuestras trincheras, echábamos en falta el calor del hogar.

jueves, 20 de abril de 2017

Terapia para el señor Milton



Llevaba más de quince años ejerciendo la psiquiatría. En ese tiempo, el doctor Edmundo Greyes había aprendido que nada relajaba más a sus pacientes que el encontrarse en un entorno conocido, esperado, aunque lindara ridículamente con la teatralidad. Así, lo primero que vio el señor Milton cuando entró en el despacho fue un enorme diván junto al que esperaba sentado el psiquiatra con las piernas cruzadas, sosteniendo entre sus manos una libreta y un lápiz bien afilado. Todo muy hollywoodiense. «Cuénteme», le animó el doctor Greyes mirándolo por encima de sus gafas de montura metálica, y Adolfo Milton, estirado cuan largo era sobre el diván, se dejó ir, desgranando una historia de tintes pesadillescos que ya duraba un buen cuarto de hora.

viernes, 3 de marzo de 2017

El laberinto de Blackwwod

Fotografía de Javier A. Bedrina

Nota: «El laberinto de Blackwood» fue mi propuesta para el I Concurso de Relatos «Luna Literaria» convocado por la Revista Lúdico-Cultural MoonMagazine. La extensión máxima de la obra debía ser de 8 folios formato A4, mínima de 6, y estar escrita en Time New Roman de tamaño 12 y doble espacio, por lo que os vais a encontrar con un relato más largo de lo que os tengo acostumbrados.
El tema del concurso era libre, pero debía inspirarse en una fotografía del fotógrafo Javier A. Bedrina que los organizadores distribuían al azar entre los participantes. Además de aspirar a un premio en metálico, los diez primeros relatos clasificados formarían parte del libro «Luna Literaria 2016».
De los 257 relatos presentados, «El laberinto de Blackwood» quedó en el puesto número 12, el 2º de la reserva, por lo que estoy más que satisfecho.

martes, 7 de febrero de 2017

La leyenda de Selene y el gato


Nota: Relato presentado a un concurso de la comunidad "Relatos Compulsivos".

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Se cuenta que en el principio de los tiempos, cuando los continentes eran uno, la diosa Luna se asomaba todas las noches al inmenso espejo de aguas calmas que por entonces era el mar para ver reflejada su hermosura de plata.