lunes, 28 de diciembre de 2015

Paisaje nevado


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La entrada quedó al fin despejada de nieve. Con la satisfacción del trabajo bien hecho y una taza de cacao en la mano, el hombrecillo se dispuso a disfrutar orgulloso de la bella estampa que dibujaba su casita de tejado rojizo y paredes oscuras en medio del manto blanco. Al otro lado del cristal, Dani contempló el estúpido paisaje nevado que le trajera tío Alberto por Papá Noel, sacudiendo distraído la bola mientras la videoconsola cargaba Zomblice IV, su mejor regalo de Navidad.
«¡Maldito cabronazo!», rugió furioso el hombrecillo tras la tormenta, el puño levantado amenazador hacia la bóveda celeste, y de nuevo fue al cobertizo a por la pala.


B.A., 2.015


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sábado, 26 de diciembre de 2015

Instinto primario

¡Cómo me duele el brazo! Espero que ese cabrón no me haya contagiado nada. ¿Se puede transmitir el sida a través de un mordisco? ¡Joder! Encima tendré que aguantar las recriminaciones de Andrés. No me dirá nada, por supuesto, pero no podré mirarlo a los ojos en mucho tiempo. «Ya te lo advertí». «Te lo dije». Y si hay que ser honesta, en verdad no han sido pocas las veces que me ha pedido que no saliera a hacer footing con la de casos de violencia extrema que tienen en comisaría. Creen que se deben a la droga caníbal, y realmente ese cabrón parecía que me iba a devorar; aún puedo ver sus ojos enrojecidos y desorbitados, y ese aliento pútrido… ¡Puaj! Es recordarlo y darme arcadas. Menos mal que me apunté a clases de defensa personal; la pierna le crujió cuando me lo quité de encima, pero ya debía ir bien colocado pues fueron muchos los metros que me persiguió arrastrándose por el camino de grava.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Siempre llueve en Torreblanca. Vuelve Diego Leal

Amigo lector, el pequeño municipio gaditano de Torreblanca
así como la República de Vinavistán son totalmente ficticios.
No pierda el tiempo buscándolos en el mapa (N. del A.)

Tres objetos velaban el cadáver del señor Bloggs. Con lágrimas en los ojos, la enfermera Isa Morgan rememoraba la historia del escaso legado que dejaba el viejo piloto de la RAF, confidencias compartidas con la exquisita educación británica de que siempre hizo gala el anciano durante las largas sesiones de terapia. Y así, la joven guardó en un sobre los gemelos de oro –¿desde cuándo le faltaba a uno de ellos la pieza de nácar?– que la empresa donde trabajó tras la guerra le regalara por su jubilación y el mechero Ronson que había pertenecido a su padre. Sólo quedaba sobre la mesilla una cartera de inconfundible aire masculino, regalo de «la chica más bonita de todo el condado de Essex», en palabras del anciano, único testigo de una historia de amor en tiempos de guerra que terminaría diluyéndose por vía natural. Ahora todos esos objetos que significaron algo en vida del piloto quedarían guardados a la espera de algún familiar que los reclamara, hecho harto improbable cuando nadie había visitado al anciano desde su ingreso. Sólo esa mañana, curiosamente, un viejo amigo hizo su aparición; un tipo apuesto, educado y, porqué no decirlo, con un aire peligroso a la manera de las antiguas películas de espías.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Corredor de vuelo

Lo que más impresionó a los arqueólogos fueron los caminos. Bien era cierto que los antiguos pobladores de aquellas tierras habían dejado numerosos testimonios de asentamientos en los que la presencia de edificios singulares y la búsqueda del bienestar social –en forma de sistemas de alcantarillado, agua corriente y alumbrado– era moneda común, pero eso, aunque impresionante para un pueblo en el albor del tiempo, no dejaba de ser mera supervivencia de tribu; conocimiento aplicado a dar protección y comodidad al grueso de la población.

viernes, 30 de octubre de 2015

Un cuento para Pablo: «La leyenda del cerezo y la nube»

Tres lágrimas de lluvia cayeron sobre un pequeño cerezo del valle del Jerte. «¿Qué te ocurre?», preguntó el arbolito a la desdichada nube. «Mis hermanas se meten conmigo –le contestó el nubarrón tras sonarse ruidosamente las narices con un retal de vapor de agua–. Ellas son grandes, blancas y esponjosas, mientras que yo soy densa y oscura. Así que estoy triste y tengo ganas de llorar». «No lo hagas –le dijo el cerezo–. Si debe haber alguien triste en este valle ése tendría que ser yo. Soy tan pequeñito que cuando llueve el agua llega primero a las ramas de mis hermanos mayores. Y si hace buen tiempo tampoco es mejor; siempre estoy a la sombra de ellos. ¡Así nunca podré crecer!», se quejó con una pátina de resina empañándole los ojos. Emocionada la nube con el árbol, entristecido el árbol por la desgracia de la nube, los dos desdichados se fundieron en un fuerte abrazo y el nubarrón lloró sobre el hombro rugoso de su nuevo amigo una tormenta de lágrimas. El amanecer los sorprendió aún abrazados y el sol, enternecido por la penuria de los nuevos amigos, los cubrió con sus primeros rayos, dándoles calor.
Hacia el mediodía de aquel primero de marzo, entre tirabuzones de niebla plateada, el pequeño cerezo lucía contento una copa de flores blancas como nunca antes habían visto las gentes del lugar, adelantando su floración varias semanas a la del resto de sus hermanos. Desde entonces se cuenta en el valle la leyenda del cerezo y la nube, afirmando los que lo vivieron, y no hay razón para dudar de ellos, que cuando la lluvia cubre con su manto el valle del Jerte, las gotas de agua repiquetean con júbilo sobre el tronco del cerezo, celebrando el reencuentro de los dos viejos amigos.
Así me lo contaron y así lo cuento yo.


B.A., 2.015
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jueves, 8 de octubre de 2015

Sherlock in love


«Y cuando habla de Irene Adler o menciona su fotografía, es siempre con el honroso título de la mujer»

Escándalo en Bohemia,
Sir Arthur Conan Doyle

[...] Así pues, hice de tripas corazón y saqué el cohete de humo de debajo de mi impermeable. Al fin y al cabo, pensé, no vamos a hacerle ningún daño. Sólo vamos a impedirle que haga daño a otro.
Holmes se había sentado en el diván, y le vi moverse como si le faltara el aire. Una doncella se apresuró a abrir la ventana. En aquel preciso instante le vi levantar la mano y, obedeciendo su señal, arrojé el cohete dentro de la habitación mientras gritaba… ¡¡Otra vez no!! ¡Es desesperante! [...]

lunes, 21 de septiembre de 2015

El fin de la lucha

(El fin de la lucha ha sido elegido en el IV Concurso de Microrrelatos de temática libre «Pluma, tinta y papel» y formará parte de la antología que llevará el mismo nombre)


Nada quedaba del Führer y su lucha en el falso señor Braun de la ciudad de Buenos Aires; fue consciente de ello aquel lunes de agosto del año 55 en que una lluvia torrencial lo sorprendió ante la tumba de su esposa en el cementerio de la Chacarita y su primer pensamiento fue para la colada recién tendida.


B.A., 2.015






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miércoles, 16 de septiembre de 2015

Juega conmigo



Sus amigas no dejaban pasar la ocasión de mofarse de ella, pero como madre soltera recién despedida de su último empleo «serio» –en el que sólo cotizó la mitad del tiempo, por supuesto–, ser protagonista de una película de serie B era una forma como otra cualquiera de ganarse la vida. Además, Zomblince se había convertido en todo un fenómeno viral, funcionando tan bien su venta online que la productora Plan 9 ya estaba inmersa en la filmación de su secuela.

viernes, 17 de julio de 2015

La sonrisa del Diablo

El Diablo me miró a los ojos y sonrió, y no era la suya una sonrisa que inspirara confianza…

martes, 23 de junio de 2015

Un extraterrestre en nuestra vida



Dedicado a quien es…

Ocurrió la noche de un sábado, gobernando Mercurio la casa de Géminis, y su llegada nos cogió por sorpresa a pesar de los regulares avistamientos acaecidos en los últimos meses. El pequeño alienígena era una personita de color rosado y enormes ojos grisáceos que peinaba a lo Julio César el escaso cabello de su abultada cabeza. Manejaba un lenguaje basado en quejidos y balbuceos imposible de descifrar ni tan siquiera para conocer su nombre foráneo, por lo que decidimos referirnos a él como Pablo, que significa el pequeño, nombre por otro lado más que apropiado pues superaba por poco el medio metro de altura.

domingo, 7 de junio de 2015

Proyecto Silentnight


Durante años se especuló sobre el desarrollo de un programa nuclear paralelo al proyecto Manhattan de Los Álamos, Nuevo México, sin que los archivos obtenidos tras la guerra pudieran confirmar de forma categórica su existencia. No fue hasta la desclasificación McClory de 1993 que salió a la luz, entre párrafos tachados a medias y registros sonoros manipulados, cierto proyecto Silentnight relacionado de forma velada con Fort Detrick, Maryland, dato éste último significativo pues negaba sin lugar a dudas su naturaleza nuclear, apuntando directamente a un programa de guerra biológica.

martes, 19 de mayo de 2015

Todo el tiempo por vivir


Nota: Imágenes extraídas de Pixabay e Internet.
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«¿Cansado del típico viaje de nueve días y siete noches a Punta Cana? ¿No le interesan en absoluto las cenas con el capitán del crucero de turno? Déjese asesorar por nuestro personal especializado; le garantizamos una experiencia que no podrá olvidar.

miércoles, 29 de abril de 2015

Un cuento para Pablo: «Gus, el intrépido astronauta»

Pablo, hoy te voy a contar la historia de un astronauta muy especial.
Se llamaba Gustavo, aunque prefería que lo llamaran Gus, y desde siempre quiso viajar al espacio y explorar planetas fabulosos. Eso, me dirás, no es nada raro. Incluso puede que tú también hayas querido ser astronauta alguna vez. Pero si te digo que Gus era un globo, de esos redondos que adornan los cumpleaños de cualquier niño… entonces la cosa cambia, ¿verdad? Ahora es cuando digo aquello de «Érase una vez» y comienza la historia.

sábado, 11 de abril de 2015

El pasado perdido

Amigo lector, la República de Vinavistán es
una ficción creada para este relato.
No pierda el tiempo buscándola en el mapa (N. del A.)

Respondía al nombre de Óscar von Moreius, aunque el párroco lo bautizó con el de Óscar García. Nunca sobresalió en los estudios, y su físico tampoco impresionaba, pero Óscar poseía una habilidad inusual en las manos y por ella transmutó su apellido; quería ser el mago más grande del momento. Así que viajó, y lo hizo durante mucho tiempo, trabajando en teatros y circos de la peor calaña, inmune a las privaciones sufridas siempre que hubiera una nueva ilusión que aprender. Cornualles y Yorkshire. Colonia, Sāo Paulo, Montevideo, Shanghái De esa forma, peldaño a peldaño, Óscar von Moebius subió la tortuosa escalera del triunfo, llegando a practicar su arte ante la rancia monarquía europea, magnates del petróleo y el mismísimo representante de Dios en la tierra.

miércoles, 11 de marzo de 2015

El mundo al revés


Julio César charlaba animadamente, su galante figura coronada de laureles apoyada con despreocupación sobre la barandilla de piedra desde la que contemplaba el lento discurrir del río a sus pies. Refería a Cleopatra toda suerte de trivialidades que su exquisito ingenio debía tornar fascinantes a oídos de la joven reina, engatusando su ánimo y preparándola para la conquista, sin ser consciente de la indiferencia cada vez más evidente de la dueña del Nilo, hastiada de una campaña de seducción que ni le iba ni le venía. Para colmo, la joven sentía clavadas en su cuerpo vestido de finísimo lino las penetrantes miradas de los legionarios cercanos, hirientes como afilados aguijones, hasta que el revuelo de gasas de un grupo de bailarinas, rivales por alzarse con el título de ser la que menos carne ocultaba al público presente, consiguió atraer la atención de los rudos soldados, que entre codazos y bravuconadas dichas a media voz siguieron la danzarina senda de aquellas ninfas descaradas. La soledad de la pareja duró lo que el regreso del monstruo de Frankenstein con las bebidas, para alivio de la chica y bochornoso repliegue del César. Acomodado en el rincón que ocupaba desde el comienzo de la jornada, el conde Drácula celebró la derrota del conquistador de las Galias con una risotada beoda, los ojos encharcados en sangre y alcohol, francotirador impasible siempre dispuesto a dispararle aquello de «Yo nunca bebo vino» al que tenía la mala fortuna de ponerse a tiro.

domingo, 22 de febrero de 2015

Riesgo biológico




Nada era como tendría que ser. Recordaba todo lo sucedido antes de su entrada de urgencia en el baño, como la docena de rosas con la que había llegado a la habitación de su hermana o la menuda figura del que fuera su primer sobrino envuelto como un gusanito entre los pliegues de una manta hospitalaria. Incluso aún notaba en el organismo los efectos laxantes del café que se tomara junto a su cuñado en el bar del hospital, responsable de su carrera apresurada hasta el lavabo más cercano.  Fue entonces cuando se produjo la intensa sacudida que casi lo tira de la taza hecho ya de por sí extraño, pues la ciudad no se hallaba en terreno particularmente amenazado, responsable del golpe que se dio en la cabeza contra la pared, y ahora, tras diez horas de negra inconsciencia, todo lo que le rodeaba parecía sacado de una película de terror de serie B. El hospital se hallaba desierto, abandonado por médicos y enfermos que se habían esfumado entre restos de material sanitario de toda índole y refregones de sangre; las luces no funcionaban, al igual que los teléfonos e Internet, y de su familia sólo quedaba el ramo de rosas tirado en el suelo de la habitación.

martes, 27 de enero de 2015

También los piratas tienen madres. Vuelve Diego Leal



«Porque también los piratas tenían madre; incluso canallas refinados como Jaime Garfio, a quien se le conocía la calidad en los desmanes, y que cada fin de mes enviaba unos doblones de oro español para aliviar la vejez de la autora de sus días»

La tabla de Flandes, Arturo Pérez-Reverte

Estaba escrito que los suplicantes cubrieran sus cabezas con un bonete amarillo con los rasgos de smiley impresos. La libertad religiosa había llegado para quedarse, y los creyentes de las más dispares y sorprendentes religiones se codeaban libremente con las oficiales, molestándolas con su osadía. El grupo lo formaban seis personas, cuatro adultos y dos críos, y Diego no pudo dejar de preguntarse cuál serían las peticiones de aquellos pequeños que no llegaban a los seis años. ¿Quizás un nuevo osito de peluche? ¿Que su gatita se pusiera buena?... ¿Un trabajo para papá? Mantuvo la cruz del visor de su Barrett en el centro de la formación, siguiendo curioso el peregrinar del estrafalario grupo hasta que desaparecieron en el interior de un pequeño supermercado de barrio. Fausto, su observador, mantenía la calle vigilada, por lo que Diego podía diluir la tensión de la espera y el frío de la jornada con el ir y venir de los viandantes.
Teatro, ilusión, pantomima,… Esas eran las palabras que a Diego le venían a la cabeza cuando pensaba en su actual misión. Tres eran los objetivos a abatir: el contable de uno de los señores del crimen organizado holandés y sus dos guardaespaldas, y sólo uno debía ver el amanecer del día siguiente. A cambio de información se iba a simular la muerte del contable para a continuación sacarlo del país en el ataúd que ya lo aguardaba en la panza de una aeronave de la compañía Iberia, rumbo a la nueva vida de testigo protegido a la que aspiraba tras peligrosas discrepancias con el capo. El jefe le había dado el nombre clave de Pulgar Sucio, en honor al contable de Capone, aunque Fausto, como padre de dos pequeños y por la reconocida fama de pederasta del contable, prefería llamarlo El Asqueroso.
–Prepárate Diego. El Asqueroso va en medio.
–Cuidado Fausto. Ya sabes lo sensible que está el viejo con esta misión.
–¡Que me denuncie! –Diego no pudo contener una carcajada ante la explosividad de su compañero–. Una cosa es que tengamos que sacar a ese cabronazo del país… Y otra muy distinta que nos bajemos los pantalones.
Al alcance de la mano, enmarcadas por el caucho rojizo que impermeabilizaba la azotea, las fotos de los objetivos le devolvían a Diego una mirada cargada de píxeles y reproches, los mismos rasgos que ahora encuadraba en el visor. Sex Machine iba el primero, apodado así por el evidente parecido con el personaje que popularizara Tom Savini, todo cuero negro y bigotazo fiero. ¿Guardaría también una pistola en la entrepierna? Exmarine, Sex Machine había sobrevivido como mercenario en el Congo antes de abrazar una tranquila jubilación como guardaespaldas de Pulgar Sucio. Su expediente era bien conocido por todos, no así el de Cara de Niño, que cubría las espaldas del contable.
–Aún es pronto.
Diego contemplaba los rasgos de Cara de Niño a través del visor y de nuevo tuvo la firme sensación de haber visto esa cara con anterioridad, aunque era incapaz de recordar dónde. Poco se sabía de él, salvo que había llegado a Ámsterdam bajo pasaporte español, sin lugar a dudas falso, donde malvivía como delincuente habitual hasta que se puso a las órdenes de Pulgar Sucio. «Un piratilla sin posibilidad de redención» había dicho Fausto de él y, por las particularidades de la misión, así tenía que ser.
–Ahora Diego.
Los guardaespaldas envolvían al contable con sus maneras de pistoleros de película, empujando transeúntes y lanzando miradas asesinas al que se les enfrentaba; todo acabó en segundos. Por su veteranía, primero disparó a Sex Machine, que se desmoronó en una maraña de cuero y miembros  laxos tras la repentina explosión. No había desaparecido su mostacho del visor cuando Cara de Niño ya se encontraba arrodillado, la pistola en alto y el cuerpo de Pulgar Sucio sujeto contra el suelo al más puro estilo hollywoodiense, y Diego apretó de nuevo el gatillo sin dejar de pensar en que lo había visto con anterioridad; en lo mucho que le recordaba a alguien. Ahora era el momento de ejecutar la obra escrita para una platea invisible de asesinos, traficantes y maleantes de toda índole que no debían recelar, al menos de momento, del atentado contra Pulgar Sucio. Al principio se había propuesto una farsa con bolsas de sangre y cargas explosivas, pero Pulgar Sucio quería realidad; deseaba una cicatriz con la que intimidar a sus jóvenes víctimas, así que Diego tenía que jugársela con un tiro limpio en la pierna. Atraídos por el alboroto, los fieles salieron a la puerta del supermercado y el contable no pudo evitar sentirse atraído por los dos pequeños cubiertos por los rasgos de smiley, girándose inesperadamente. Diego erró el disparo y una marea oscura se derramó desde donde segundos antes habían estado sus genitales.
Justicia poética, Diego. Justicia poética.


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Era bueno volver a casa. Lo acompañaba Ángela, con la que esperaba pasar la noche tras una deliciosa velada, pero antes tenía algo que hacer.
–Voy a saludar a Marta. Prepara unas copas mientras tanto.
–¿Vas a ver a tu casera a las tres de la madrugada?
–Sabe que estoy aquí… Y espera que vaya.
»Tardaré poco. Te lo prometo.
La señora de Mayo, que aunque joven ejercía la viudez como lo haría una honesta matrona de finales del XIX, abrió la puerta con una cara de perplejidad que no engañó a Diego, pues sabía con certeza que su casera habría vigilado la llegada de la pareja emboscada como un francotirador tras las cortinas del dormitorio.
–Diego… Me coges despierta por casualidad –el agente sonrió encantado ante la interpretación de su casera–. ¡Vamos, entra! Te prepararé un café.
–No puedo quedarme, Marta. Ángela me espera.
–¿Y vienes a ligar conmigo?... No me esperaba eso de ti.
Diego estampó un sonoro beso en la mejilla de su fiel casera, y ya se disponía a volver al cálido cuerpo que lo aguardaba en su piso cuando reparó en una bella postal sujeta en el marco del espejo que dominaba la entrada. En la cartulina, varios molinos de viento de diversos colores se reflejaban en las apacibles aguas de un río, entre postes de madera y esplendorosa vegetación. El cielo era de un azul blanquecino, como si el Sol no fuera capaz de calentarlo, y su piel reaccionó al recuerdo de las bajas temperaturas soportadas apenas unos días antes; al reproche silencioso de unos rostros pixelados, conscientes de su próximo asesinato. Zaanse Schans, ponía en una  esquina de la postal. Nederland. Holanda.
–¿Has visto que bonita? Es de mi hijo. ¡Parece que Iván al fin se ha reformado! ¿Recuerdas las veces que tuviste que acompañarme para sacarlo de comisaría?
»Dice que ha encontrado un trabajo como guardia de seguridad en Holanda, y que espera volver pronto para verme.
Diego no tuvo que mirar a Marta para saber que era a ella a quien se parecía Cara de Niño. Hasta Garfio, leyó una vez, había tenido madre.


B.A., 2.015



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Serie Diego Leal


También los piratas tienen madres 





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miércoles, 14 de enero de 2015

La canción de Sirio

Era un diminuto país de la vieja Europa, pequeña sirena varada en las terribles arenas de la guerra civil. Por respeto a los que tanto sufrieron durante la cruel lucha fratricida mantendremos su nombre oculto bajo un piadoso velo de silencio, y nos referiremos a los bandos combatientes como los verdes y los colorados en homenaje a la genial sátira Su Excelencia, de la que tantos, aún hoy, tendrían que aprender.