lunes, 27 de diciembre de 2021

Misterio de Navidad

 


Nota: Desde la página web Zenda, nos invitan a participar en el concurso navideño de cuentos. Aprovecho la convocatoria fuera del concurso del Tintero de Oro para presentar mi propuesta a Zenda, invitando a la comunidad a probar suerte. Dejo las bases en el siguiente enlace: 

https://foro.zendalibros.com/forums/topic/sexto-concurso-de-cuentos-de-navidad/?utm_campaign=20211217&utm_medium=email&utm_source=newsletter

––––––––––––––––––––––––––––––

Santa no podía dormir. Por lo general era de los que caían dormidos sobre la almohada para no abrir los ojos hasta el alba, pero cuando se acercaba el mes de noviembre sufría en sus carnes el mal del desvelo. En esos casos se levantaba sigiloso de la cama pues su esposa era de sueño ligero y ya en el taller, con una taza de chocolate humeante ante él, trabajar en el tallado de una nueva locomotora de juguete.

La señora Claus conocía la causa de su insomnio. Desde hacía ocho años el genio de la ilusión recibía a principios de noviembre una carta en la que un niño llamado Miguel Abadejo le pedía con letra grande y redondeada una locomotora de madera. Hasta ahí todo normal en una vida tan especial como la de Santa Claus, si se dejaba de lado lo temprano de la petición. El quebradero de cabeza surgía porque el ruego no iba acompañado de dirección alguna donde entregar el regalo. ¡Ni siquiera el nombre le aparecía a Santa en su libro de los niños del mundo! Y mientras tanto las locomotoras sin entregar acumulaban polvo en uno de los estantes del taller, molesto recuerdo de una petición no satisfecha.

 

—Querido. Acaba de llegar la carta pero...

—¿¡Pero…!?

Aquello se salía de la norma. Jamás en todos esos años había habido motivos para un «pero» y con emoción contenida, no exenta de una buena pizca de incredulidad, Santa cogió la carta que le alargara su esposa. ¡Por fin! Sobre su blanca superficie, bajo un sello por donde se asomaba la soprano Montserrat Caballé, una mano de mujer había escrito una dirección con el código postal del pequeño municipio de Alcalá del Abacoa, en la comarca de Los Alcores. El enigma estaba a unos pocos miles de kilómetros de ser descifrado.

—Querida. Como no querrás quedarte esperando noticias...

—¡Faltaría más!

—...vamos a necesitar unas ropas menos llamativas y una nueva identidad.

—Siempre quise llamarme Martta.

—¿No te gusta tu nombre?

—En absoluto.

—A mí sin embargo me resulta muy… atractivo.

—¡Anda ya, vejestorio! Prepara el trineo mientras yo voy a buscar las ropas. Y ve pensando qué vas a hacer con la barba.

—¿Con la barba?

 

—Así es. Miguel es residente nuestro desde que su hija María nos confió su cuidado, hace ya varios meses.

Silvia Justo, directora de la residencia Otoño dorado, atendía curiosa a la extraña pareja de ancianos. Tras presentarse como Niklas y Martta, responsables de comunicación de Santa Claus Village, el pueblo navideño levantado en Finlandia, le habían preguntado en un español cargado de acento por el misterioso Miguel.

—Entonces nos hallamos ante un lamentable error —afirmó desolado Santa—. Nosotros buscamos un niño de unos catorce años.

—En mi experiencia como madre de dos adolescentes, creo que «niño» no es la palabra más adecuada para esas edades.

—En mi experiencia como…  responsable de comunicación, la infancia perdura hasta en las madres de dos adolescentes —respondió el anciano, su afilada mirada fija en los ojos de la directora, quien sintió cómo ilusiones que creía olvidadas se removían en su interior como gatitos recién despiertos.

—Miguel Abadejo, dicen.

—Exacto. Tenemos una carta suya.

—¿Puedo…?

—Por favor.

Querido Santa —leyó Silvia en voz alta—. Este año me he portado muy bien y me gustaría que me trajeras un tren de madera. Te quiere, Miguel. Es la letra de nuestro Miguel, sin duda.

—¿Pero cómo puede ser? ¿Podríamos hablar con él?

—Aunque tuviera el consentimiento de su hija, Miguel hace mucho que vive encerrado en su propio mundo interior. En ocasiones le da por escribir, por eso he reconocido la letra. Lo que no puedo explicar es cómo ha llegado esta carta hasta ustedes.

»Quizás Paloma, la enfermera que lo asiste, pueda ayudarnos. Si me disculpan.

Una joven de pelo oscuro y rostro redondeado acudió a la llamada de la directora. La pobre chica se puso lívida cuando Silvia le explicó la razón de la presencia de aquellos dos extraños.

—Fui yo quien la envió. ¿Han venido desde tan lejos por mi culpa?

—No debes preocuparte, querida. Estamos de vacaciones y nos pillaba de paso —improvisó la señora Claus para tranquilidad de la desolada joven—. No buscamos culpables, solo resolver un misterio.

Paloma explicó cómo a finales de octubre encontró tan entrañable carta en el cuarto del anciano. Tras comentárselo a su hija María, quien recordó cartas similares durante los últimos años que Miguel vivió con ella, no creyó hacer mal alguno si la enviaba, escribiendo en el remite la dirección de la residencia.

—Parece ser un recuerdo relacionado con su infancia, de cuando le pidió a Papá Noel un juguete que no le trajeron los Reyes Magos.

—¿Siempre en octubre? —preguntó Santa.

—Eso es.

—¿Por qué octubre?

—Imposible saberlo.

Tras la relevación todos guardaron un triste silencio.

—Miguel tiene mucha suerte de tenerte a su lado, querida —afirmó Santa—. Bueno, señora Cla... Martta, debemos irnos. Ya hemos molestado bastante a estas jóvenes.

—Por supuesto, Niklas. Les agradecemos enormemente su ayuda.

—¿Querrían ver a Miguel? —ofreció la directora tras pensarlo unos segundos—. Creo que a María no le parecería mal, dadas las circunstancias.

El anciano nunca tuvo conocimiento de la visita del matrimonio Claus, sumido como estaba en su mundo de ensoñaciones, pero aquella Navidad el abeto de la residencia Otoño dorado amaneció misteriosamente con un pequeño tren de madera para Miguel. 

 

B.A.: 2021

Safe Creative #2112270116409

sábado, 11 de diciembre de 2021

En busca de Santa

 

Nota: Las palabras contenidas en las cartas que se ven más abajo están contabilizadas para que el relato no supere el máximo de 900. Por otro lado, al final del relato hay un dramatis personae donde se pueden consultar información sobre los personajes implicados.

 

––––––––––––––––––––––––––––

–Eres un egoísta, Noel.

Gaspar acompañó el reproche apuntando a la oronda figura con el índice de la diestra pero al anciano la pose de tipo duro de Su Majestad no le impresionó en absoluto. Muy al contrario, respondió a Gaspar con un «Llámame Claus, es más popular» que al otro tiñó la cara de un rojo tan vivo como el color de su espeso pelo.

–Dejémonos de tonterías –cortó de raíz Melchor–. Hemos venido para hacerte entrar en razón, Claus. El mundo te necesita. ¡Los niños te necesitan!

–¡Paparruchas! Los niños sólo necesitan el nuevo videojuego de la saga Zomblince o un teléfono móvil para subir sus gracietas a Tik Tok. En cuanto al resto del mundo, puede meterse sus necesidades por…

–¡¡Claus!! –exclamó su mujer escandalizada.

–Perdona, querida.

–Menudo cabezota –dijo Olentzero sin apartar la vista del fuego que ardía en la chimenea.

–Mira quién fue a hablar.

Un incómodo silencio cayó sobre los presentes. La estancia estaba tan caldeada que los tres Reyes se despojaron de sus pesadas capas para dejarlas en los solícitos brazos de la señora Claus. «¿Les apetece un refresquito? ¿Un Jerez, quizás?», ofreció a sus invitados mientras cortaba unas buenas porciones de bizcocho casero con la ayuda del ruso Ded Moroz.

–Déjate de meriendas, querida. La visita ya se marcha.

–Deja tú de refunfuñar. ¿Dónde están tus modales? Habrase visto…

»¿Le traigo un zumo de zanahorias, señor Conejo?

–Con el Jerez me apaño bien, gracias –respondió el genio de la Pascua dando buena cuenta de su copita.

La tensión se disipó rápidamente, en buena medida gracias a la hospitalidad de la dueña de la casa. Los tres Reyes departían con la bruja Befana mientras el Ratón Pérez y el Hada de los Dientes examinaban curiosos la colección de figuritas de la señora Claus, todas ellas representaciones de su marido en las poses más curiosas.

–Esto es un caganer –comentaba sobre una figurilla que representaba a Santa Claus en el momento de hacer de vientre–. Una tradición de tierras catalanas.

»¿No queda Cataluña cerca de donde usted vive? –preguntó mirando la robusta figura de Olentzero, carbonero de profesión.

–Sí, señora, pero no suelo ir mucho por allí, la verdad. Esa zona es del tió de Nadal. También de su esposo y de Sus Majestades los Reyes.

–Qué curioso.

–¡Basta de cháchara! –explotó Claus ante tan buen ambiente–. Santa Claus ya no existe para el mundo así que terminad vuestras bebidas y largaos de una maldita vez.

–Claus. Recapacita, por favor –suplicó Baltasar con su voz grave–. No sabes el daño que estás haciendo.

–¿A qué viene este alarmismo? No llevamos regalos a nadie. ¡Son las familias y los allegados quienes se encargan de comprarlos!

–Somos quienes revestimos esos burdos objetos de brillante ilusión –explicó con dulzura Befana–. Sin nosotros no serían más que… cosas.

–Además, creo que es necesario hacer una puntualización –dijo Pérez alzando su garrita derecha en demanda de turno–. En muchas ocasiones, cuando la familia no tiene recursos, sí llevamos regalos. ¿O acaso has olvidado para quién tallas esos bellos juguetes de madera en tu taller?

–Hace años que no lo hago y no ha pasado nada.

–No ha pasado nada porque tanto nosotros, como aquellos que faltan hoy aquí, hemos hecho tu parte.

–No sé qué decir.

–¡Por fin conseguimos callarte! –aplaudió jubiloso Melchor–. Y si sigues sin estar convencido quizás estas misivas lo hagan.

–¿Con más peticiones me queréis disuadir?

–Lee de una vez –estalló Gaspar.

Con las gafas que le alargara su esposa bien ancladas sobre el puente de la nariz, el desconfiado Claus se dispuso a leer la primera de una gran pila de cartas recopiladas y traídas hasta Laponia por sus compañeros genios.

 

 

–¿Qué es esto?

–Son tus niños –explicó Befana a punto de romper a llorar–. Tuvieron sus regalos, ¡por supuesto que los tuvieron, esa es la magia de la Navidad!, pero son listos y notaron tu ausencia.

»Sigue leyendo, por favor.

 


 


Y así, en todas y cada una de las cartas, desde los más dispares lugares y encomendándose a su genio de la ilusión, los niños del mundo pedían como una sola voz el retorno de Santa Claus.

Ante tanto cariño recibido el viejo testarudo lloró un auténtico río de felicidad, emborronando las cartas que atesoraba entre sus manos crispadas. De repente, para su sorpresa, los papeles quedaron limpios de peticiones y mostraron en su lugar apresurados mensajes de agradecimiento. En el corazón de los demandantes una súbita calidez les había avisado de la buena nueva, dejando inmediatamente cuanto tenían entre manos para dar las gracias a sus benefactores.

–No tenía ni idea…

–Eso ya no importa –dijo Gaspar visiblemente emocionado–. Lo importante es que has vuelto con nosotros.

–Muchas gracias, Gaspar. Muchas gracias a todos, de corazón… ¿Señora Claus?

–¿Sí, querido?

»Zafarrancho de combate. La cuenta atrás para el retorno de Santa Claus ha comenzado; tenemos un saco repleto de ilusión que repartir la próxima Navidad. ¡¡Ho, ho, ho!!

(899 palabras)

 

B.A.: 2021

 

Dramatis personae (para quien no quiera recurrir a la Wikipedia)

 

Los tres Reyes Magos: Según la tradición cristiana, nombre de los tres sabios de Oriente (Melchor, Gaspar y Baltasar) que rindieron homenaje al recién nacido Jesús de Nazaret llevándole oro, incienso y mirra como regalo. Se celebra su llegada en la noche del 5 al 6 de enero.

Santa Claus (Papá Noel, San Nicolás,…): Personaje legendario que según la cultura occidental trae regalos a los niños por Navidad. La tradición cuenta que vive en Laponia junto a su esposa, la señora Claus.

Olentzero: Personaje de la tradición navideña vasca, carbonero de profesión, que trae regalos a los niños el día de Navidad en el área de Navarra y el País Vasco, así como en el País Vasco francés.

Bruja Befana: Figura del folclore italiano que reparte regalos durante las fiestas navideñas. Un cuento popular dice que ayudó a los tres Reyes Magos a encontrar el camino a Belén.

Ded Moroz: Figura de la tradición eslava recuperada a comienzos de siglo para ocupar el lugar de Santa Claus.

Tió de Nadal: Tradición navideña catalana. Su versión más extendida consiste en coger un tronco al inicio de Adviento para darle calor y comida. En Nochebuena los niños lo golpean con bastones para que cague regalos y dulces.

Ratón Pérez: Personaje fantástico que se encarga de recoger los dientes que se les caen a los niños para cambiárselos por dulces, monedas u otros regalos.

Hada de los dientes: Personaje similar al Ratón Pérez propio de la cultura occidental de habla inglesa.

Safe Creative #2112069977327