jueves, 9 de septiembre de 2021

Una habitación con vistas

 


—Esto es lo que quiero para mi casa.

Las vistas desde la terraza de la habitación del hotel donde pasan las vacaciones son espectaculares. El mar se agita ante él tranquilo como un bello animal adormilado, cubierto por un cielo limpio de nubes en el que revolotean decenas de gaviotas de blanco purísimo. Cádiz dibuja una línea quebrada hacia su izquierda, colmada de luz, y a su puerto recala en lenta maniobra la enorme estructura de un crucero con su cargamento de turistas ávidos de sol. Desde luego, un horizonte así es imposible en su ciudad de residencia, interior y calurosa como pocas, pero se conformaría con un ático desde donde poder disfrutar del verdor de un parque centenario o del ajedrezado de las azoteas del barrio viejo, erizado de antenas de televisión entre líneas infinitas de colada puesta a secar.

«Cuidado con lo que deseas, puede hacerse realidad». No termina de evocar la célebre frase atribuida a Oscar Wilde –él la conoce por El cuervo, película de culto noventera donde Brandon Lee hallaría fatídicamente la muerte–, cuando le sorprende verse saliendo de la recepción del hotel junto a su familia, cargados de todos los pertrechos necesarios para disfrutar de un plácido día de playa. Un chirrido de neumáticos seguido de un golpe seco le anuncian que la máxima se ha cumplido en esta ocasión, y con la fatalidad inherente de su nueva esencia fija la vista en un borreguito de espuma en medio del prado azul del mar.

 

B.A.: 2021



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