jueves, 6 de noviembre de 2014

Leyenda urbana

Me mira como lo haría la serpiente Kaa, anulando mi yo. No hace mucho que inicié la búsqueda de la verdad oculta tras una ilusión nunca desmentida del todo y ahora, cuando estoy en posesión del terrible secreto, sé que no habrá mañana. Me despido en silencio, no tanto por las fuerzas que me encadenan como por la certidumbre de la soledad que abriga mis últimos segundos de vida, que hace estéril cualquier petición de auxilio, y siento pena por todo lo que pierdo por no escuchar al viejo Tizitl, el que fue ungido en arcilla. No habrá lápida que señale mis despojos; dudo que quede mucho de mí. Un suspiro de resignación y de vida escapa del globo deshinchado que es mi cuerpo cuando sus dientes me desgarran la piel y la carne, y me hundo en la oscuridad del olvido entre burbujas de aire y sangre diluida.