En un país cualquiera.
En la guerra de siempre.
Corrían por el barrio
toda clase de rumores sobre él, malsano pasatiempo éste de la maledicencia fomentado
quién sabe si por su cara marcada a navaja o por pecar de mirada huidiza: que
si fue condenado por asesinato; que si era un traidor del bando enemigo; que si
le gustaban los niños; que si… Yo contaba por aquel entonces diez años. Era
impresionable e imaginativo, y cuando de la noche a la mañana desapareció mi
amigo Manu junto a toda su familia mis pensamientos volaron ineludiblemente
hacia Caracortada, como lo bauticé un día nada inspirado.
Instigado
por la imagen de mis héroes de cartón piedra sentí la súbita necesidad de
buscar venganza y así, sin vacilación alguna, me presenté en comisaría a fin de
denunciarlo. El insano ambiente de guerra, tan proclive a buscar traidores y
espías bajo las piedras, contribuyó a que me tomaran en serio en vez de
despedirme con un capón y el tipejo fue ejecutado tras un juicio sumarísimo.
Mucho
tiempo después me sorprendió ver a mi desaparecido amigo en un reportaje sobre aquellos
tumultuosos años. Resultó que Caracortada formaba parte del movimiento
clandestino que ayudaba a los perseguidos por el gobierno militar a ponerse a
salvo al otro lado de la frontera, siendo la familia de Manu su última misión.
Mis
buenas intenciones no atenúan el delito cometido. Soy culpable de la muerte de
Caracortada y pagaré por ello hasta el fin de mis días.
B.A.: 2021
Los prejuicios, que malos son. Me gusta tu historia con un toque sentimental, Bruno. También con una gran carga dramática y seguro que ha pasado mas de una vez en algún lugar. Saludos.
ResponderEliminarHola, Pedro. Pues sí que son malos los prejuicios. Sacan lo peor de nosotros y provocan situaciones de lo más condenable.
EliminarMuchas gracias por pasarte por mi pequeño rincón literario.
Un saludo.
¡Hola, Bruno! Alertarnos por sacar conclusiones precipitadas es una de las funciones de las leyendas urbanas como cuentos moralizadores y educativos. Sin duda, la estupenda leyenda que nos traes muestra bien a las claras ese tema y esa alerta. Con ese personaje que imbuido por sus lecturas y sus prejuicios decide ejecutar su venganza. Y es que el infierno está lleno de buenos propósitos.
ResponderEliminarMe hiciste recordar una historia que vi en aquel fantástico programa de Alfred Hitchcock presenta. Era el de una mujer que fue violada, cuando su esposo la llevaba de vuelta a casa tras el alta hospitalaria reconoció a su violador en un semáforo. El esposo aparcó y fue tras él para darle caza. Tras asesinarlo regresó al coche. En el siguiente semáforo, su mujer volvió a señalar a otro hombre diciendo "es él, es él". Fantástico aporte! Un abrazo!
Hola, David. Me alegra que pienses así de mi relato.
EliminarLos prejuicios están a la orden del día, más si cabe ¿gracias? a las redes sociales, que más que acercarnos nos aleja cada día más. Criticar sale gratis, y si se hace con "gracia" más likes te dan, así que todos a hablar del vecino, lo conozcamos o no, pues si no te ven y comparten no existes en el mundo. Después llegan las consecuencias: suicidios, problemas mentales, huidas,...
En fin. Me alegra que nos hayas dado la posibilidad de tratar el tema de las leyendas humanas y así dejar que soltemos un poquito de la rabia que nos corroe.
Un abrazo enorme.
Excelente leyenda con gran moraleja: no apresurarse a la hora de juzgar a las personas, no acusar sin fundamento, pensarlo, meditarlo o puedes tener remordimiento para toda la vida. Muy bien ambientado. Saludos.
ResponderEliminarHola, Ana. Ojalá que todos los que utilizan las redes sociales por un mísero like pensaran un poco más en el vecino. La de problemas que nos ahorraríamos.
EliminarMuchas gracias por tus palabras. Un saludo.
Vaya con caracortada. Interesante relato. Un placer leerte. Saludos
ResponderEliminarHola, Nuria. El placer es mío por tenerte por mi pequeño rincón
Eliminarliterario.
Un saludo.
Eso pasa gracias al síndrome convulsivo del prejuicio. Todo lo presuponemos y damos por sentado, y aunque y una vez nos equivoquemos, volvemos a la carga con nuevas victimas.
ResponderEliminarMuy buen relato. A veces los héroes son realmente los villanos.
Un abrazo.
Exacto, Francisco. Hay héroes que, por muy buenas intenciones que tengan, cometen actos cuestionables y condenables.
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Un abrazo enorme.
¡Hay que desproveerse de perjuicios y procurar utilizar la inteligencia lo más posible! Éste protagonista ya está condenado como Sísifo.
ResponderEliminar¡Buen Día Amigo!
Hola, Juan. Pues sí, nuestro protagonista pecó de ingenuo e inmaduro, dejándose llevar por los prejuicios de otros y por ello pagará el resto de sus días. Desgraciadamente, hay muchos que tienen prejuicios ya de adultos.
EliminarUn saludo y muchas gracias por tu comentario.
Creo que hay un refrán que dice que el infierno está lleno de buenas intenciones. Siempre he dicho que no hay que precipitarse en nada y también que algunos héroes son, en realidad, unos inconscientes.
ResponderEliminarMuy buen relato-leyenda narrado con una gran soltura.
Un abrazo.
Hola, Josep. Las buenas intenciones no son nada sin mis dejamos llevar por la maledicencia de los demás. ¿Verdad? En este mundo hace falta un poco más de sentido común sazonado con una buena pizca de respeto hacia los demás.
EliminarMe alegra que te haya gustado mi relato. Un abrazo enorme.
Es lo que pasa por no pensar con más lentitud y con mayor raciocinio. Hay que tener juicio propio y ser más crítico y no dejarse influenciar por los criterios ajenos infundados. Estupendo relato, me ha encantado, enhorabuena, Bruno!
ResponderEliminarGracias, Mayte. Ser crítico, esa es la clave para una sociedad más sana. Si nos paráramos a pensar las cosas nos iría mucho mejor.
EliminarGracias por pasarte y comentar. Un saludo.
El chico fue un heroe, o al menos lo fue, denuncio a alguien que iba en contra del regimen.....ahora bien si el regimen cayo ahora paso a ser villano.....se lo merece
ResponderEliminarHola, José. Héroes o villanos... La línea está cada vez más difusa o siempre fue así pero nosotros veíamos todo blanco o negro. Me quedo con la subhistoria que cygdnta cómo un crío denunció a un hombre valiente por un mísero prejuicio.
EliminarMuy buena leyenda urbana, Bruno. No hay nada como los prejuicios para meter la pata hasta el corvejón, y además protagonizado por un niño, lo que matiza de una manera especial las sensaciones emocionales que provoca el micro. Muy bien caracterizado el mozalbete y el ambiente en el que discurre la historia. Me ha gustado mucho. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Carles. Era imprescindible que el protagonista fuera un crío, pues necesitaba a alguien ingenuo que se dejara llevar por los prejuicios de los mayores, provocando la muerte de Caracortada y su posterior condena en vida.
EliminarMuchas gracias por pasarte y comentar.
Un abrazo.
Hola, Bruno, nos traes un microrrelato que cuenta la historia de un niño que quiso ayudar a su amigo, pero la inocencia de la niñez le jugó en contra.
ResponderEliminarMuy bien contado. Un saludo.
Eso es, Cynthia. Eran muy buenas sus intenciones pero el mundo lleno de prejuicios en el que vivía le jugó una mala pasada.
EliminarGracias por tu comentario. Un saludo.
Creía haber comentado tu relato, en fin, buena historia y es que no es bueno prejuzgar a las personas casi con toda seguridad solemos errar en nuestras opiniones.
ResponderEliminarUn saludo.
Eso es, Ángel. Nos dejamos llevar por lo que piensen la mayoría o por aquello que nos han inculcado sin razonar ni sacar nuestras propias conclusiones.
EliminarUn saludo.
Otro relato sobre los prejuicios. Me refiero contra personas, no a ideas preconcebidas (que es la base dela leyenda urbsna). Pero esta vez con un final dramático y más sun culpable y auto acusador. Parece una confesión.
ResponderEliminarSaludkss
Hola, Gabiliante. Los prejuicios, desgraciadamente, están a la orden del día, más si cabe "gracias" a las redes sociales, desde donde se pueden hacer todo tipo de acusaciones sin consecuencias alguna.
EliminarComo bien dices, es una confesión del protagonista; una forma de expirar los pecados cometidos por su ingenuidad e ignorancia, aunque no crea que pueda alcanzarla.
Un saludo y gracias por comentar.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLa maledicencia, el prejuicio y los juicioso sumarísimos populares están a la orden del día. Este tipo de leyendas urbanas es inagotable y como he leído en alguna de tus respuestas, las redes sociales las alimentan todavía más. Nos encanta señalar con el dedo, y nos pone "muy cachondos" (perdón por la expresión) el mal ajeno... Excelente aportación, Bruno. Me ha encantando.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Matilde. Como bien apuntas, la maledicencia está a la orden del día, ya sea en formato televisivo o a través de las redes sociales, desde donde se puede opinar con impunidad sin consecuencia alguna. Menos mal que siempre se pueden encontrar cosas buenas en ellas porque si no iríamos muy mal como sociedad.
EliminarUn abrazo enorme.
¡Qué bueno, Bruno! Una leyenda magnífica. Me ha encantado y la frase inicial me parece maravillosa.
ResponderEliminarHola, Marta. Me alegra que te haya gustado mi relato y sobre todo ese inicio que las musas han querido poner en mi camino.
EliminarUn abrazo enorme.
Estoy convencido de que las conclusiones equivocadas han terminado con muchos inocentes, más es esos tiempos postbélicos. Les dieron licencia para matar y vaya que sí lo hicieron. En cuanto al relato, sorprendente final y muy bueno. Un abrazo.
ResponderEliminarCreo que llevas toda la razón, Isan, la ingenuidad y las malas decisiones han acabado con la vida de muchos inocentes.
EliminarMe alegra que te haya gustado mi relato. Un abrazo enorme.
¡Buenísimo, Bruno! Verosímil, más aún en esa época tan gris en que bastaba un chivatazo, justificado o no, para mandar a alguien al paredón a la mínima.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho como lo has contado.
Un fuerte abrazo, escritor.
Gracias Tara por tus palabras. Me alegra un montón que te haya gustado mi relato pues son varias las vueltas que le he dado para conseguir el resultado deseado.
EliminarUn abrazo enorme, compañera.
Aquí tenemos a Scarface, o cara cortada, no sé por qué, pero al leer ese nombre he empezado a prejuzgar al pobre hombre. Supongo que lo has hecho a propósito, usar ese nombre para que el lector prejuzgue también y lo quiera acusar. Has jugado con nosotros y al final, como al prota de la historia, nos viene el ramalazo de realidad. Muy bien hilado todo, un relato fantástico, Bruno.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, compañero!
Pues esa era mi intención, Pepe, que vosotros, como habitantes del barrio de Arecibo, prejuzgarais al pobre hombre por el simple hecho de llevar la cara marcada. ¿Por qué somos así los humanos? Nos dejamos llevar por nuestras pasiones sin razonamiento alguno y no siempre con buenos resultados.
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Recibe un fuerte abrazo.
Hola Bruno. Tu relato me recuerda a las acusaciones que se hacían contra las brujas siglos atrás, muchas veces acusadas por niños, que eran mas impresionables y no medían exactamente las consecuencias de sus actos. Muy bien llevada la trama y la caracterización del personaje de caracortada, que como bien han comentado nos lleva a dudar de él desde el principio. Todo un alegato contra los prejuicios en los que todos caemos, en este caso con consecuencias trágicas. Muy buen relato. Un abrazo.
ResponderEliminarLlevas toda la razón, Jorge. La caza de brujas que tantas mujeres se llevaron por delante es otro muy buen ejemplo del malsano prejuicio en el que todos caemos en mayor o menor medida. No maduraremos como sociedad hasta que nos quitemos de encima esta lacra de la que tantos abusan para sus propios intereses.
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Un abrazo enorme.
Hola, Bruno. Buen toque de atención para todos aquellos, que muchos son, dedicados a hacer juicios de valor solo por suposiciones y haciéndolas veraces solo por divulgarlas. Has puesto con tu micro el dedo en la difusa línea que separa la leyenda urbana de un vulgar bulo. Saludos. 🖐🏼
ResponderEliminarHola, JM. ¿Cuántos bulos (leyendas urbanas) tenemos que tragarnos últimamente a causa de las redes sociales y aplicaciones como whatsapp, verdad? Ya sea por hacer una gracia o por pura maldad, son muchos los que sufren a causa de ellos, empobreciéndonos como sociedad.
EliminarUn saludo enorme.
Hola Bruno, tu micro nos muestra un cargo de conciencia creado a base de habladurías y prejuicios, lo cual nos lleva a una moraleja, nunca señales a nadie hasta no estar seguro por ti mismo de sus delitos.
ResponderEliminarEn este caso, siendo un niño de diez años se puede entender, el error estuvo en los policías que se hicieron cargo del caso mas que en la imaginación del niño.
Pero un famoso dicho reza así: "Cuando el rio suena, es porque agua trae", y con esa cara cortada y esos rumores tampoco ellos iban a tomarse esas molestias de investigar, y más si son tiempos de guerra.
De leyendas y prejuicios esta lleno el mundo y no hay manera de callarlas ya.
Una muy buena aportación al reto Bruno. Que pases bien estos días
Hola, Haolina. Como bien dices, de leyendas y prejuicios está el mundo lleno. como le he contestado a JM, ya sea por hacer una gracia o por simple maldad no son pocos los bulos que nos llegan, haciendo sufrir a no pocos.
EliminarUn abrazo enorme. Me alegra que te haya gustado mi relato.
Hola, Bruno, la verdad es que impacta tu relato por el realismo que le has dado en un tiempo en el que los juicios sumarísimos estaban a la orden del día. Las apariencias engañan, pero cuántas veces se sigue juzgando por las mismas y me refiero a los adultos. Un buen aporte para el reto.
ResponderEliminarUn abrazo, Bruno.
Hola, María. Los prejuicios ya sean culturales o simplemente viscerales es una constante en la historia de la humanidad. Ahora están bien visibles a causa de las redes sociales, que sacan lo peor de todos nosotros por un "like". Por suerte, también sacan mucho de lo bueno que llevamos dentro.
EliminarMe alegra que te haya gustado el tono que le he dado a mi relato.
Un abrazo.
Con esos mayores, ¿qué puedes esperar del niño? Qué malos son los prejuicios y qué bueno tu micro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Los prejuicios envenenan la sociedad, para satisfacción de unos pocos y desgracias de cientos.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, Macondo. Me alegra que te haya gustado mi relato.
Un abrazo.
Hacer juicios de valor a vuela pluma traen malas consecuencias, dejarse llevar por las habladurías como le pasó a tú protagonista puede acabar en tragedia.
ResponderEliminarTriste tu micro y con tintes de realidad.
Un abrazo Bruno
Puri
Hola, Puri. Pues lo has resumido perfectamente. Los prejuicios y las "malas lenguas" no llevan a nada bueno.
EliminarGracias por tu comentario. Me alegra un montón que te haya gustado mi relato.
Un abrazo enorme.
Hola Bruno , excelente relato que bien podría ser real y más en la época de la guerra civil , eso solía pasar mucho en aquello años , una denuncia falsa por decir que tal vecino era de los rojos o republicano, y enseguida iban a tu casa y te metían en la cárcel , por no dar el voto al partido que iba ganando , es muy real y sin duda , tú personaje se lamentara de ese acto toda su vida , te deseo una feliz tarde , saludos de flor.
ResponderEliminarHola, Flor. Hay tantas historias pasadas de las que deberíamos aprender para mejorar como sociedad, ¿verdad? Y aún así seguimos tropezando una y otra vez con la misma piedra.
EliminarMe alegra que te haya gustado mi relato. Muy fin de semana.
Hola Bruno
ResponderEliminarMe ha gustado el personaje y la ambientación. Buen relato
Un abrazo
Hola, Paola. Me alegra que te haya gustado mi relato.
EliminarUn abrazo enorme.
Hola. Bruno, ya la introducción me ha gustado. Esta clase de acciones pasan más a menudo de lo pensado, da igual lugar o acto. Y en tu relato reflejas muy bien el hacer de mucha gente, que, llevada por su "imaginación", se cree su propia historia, luego los impulsos, esas reacciones que suelen llevar, a veces, a un indebido proceder. Casi siempre, creo, todo pasa factura, y la culpa se hace presente.
ResponderEliminarMe ha encantado, Bruno.
Gracias.
Un abrazo!
Hola, Mila. Me alegra que pienses así de mi relato. Lo he iniciado con esa frase porque para mí todas las guerras son la misma guerra, donde siempre sufren los de siempre. Y encima tenemos que sumarle los prejuicios sembrados entre los civiles. ¿Aprenderemos alguna vez?
EliminarUn abrazo enorme.