Nota: En el reto del mes de noviembre de El Tintero de Oro, se nos anima a trabajar el Cliffhanger, recurso narrativo que consiste en construir una situación de gran tensión dramática que, sin embargo, queda interrumpida y deberá completarse más adelante. ¡Y todo en 250 palabras! A ver cómo sale.
* * *
Era el mejor trabajo del mundo. Tenía sus desventajas, por
supuesto, como la vez que pasó toda la noche tirado en el suelo, el termómetro rozando
los cero grados, o aquellas ocasiones, las más, en las que su pequeño dueño lo
abrazaba con desmesurada fuerza pero… ¿Qué era eso para un perro de peluche comparado
con el honor de proteger su sueño de pesadillas y monstruos legendarios? Tanta
felicidad duró diez años. ¿O fueron once? Pluto ya no lo recuerda.
Sólo en dos ocasiones vio peligrar su
privilegiada posición. La primera con Azuquita, una perra viejita adoptada que
apenas molestaba con sus quedos ladridos, y la segunda con 1-0-3, mamá primeriza
de una camada de perritos, de atractivo color arcoíris y acusado instinto
protector. Afortunadamente, las dos eran seres imaginarios, imposibles de
abrazar, y Pluto pudo ver desde la cabecera de la cama cómo su dueño se hacía
un hombrecito, hasta olvidar todos sus juegos y miedos infantiles. Así debía
ser.
Desde la estantería donde fue desterrado una
vez innecesaria su celosa vigilia, Pluto contempla el discurrir de los días con
resignación, semejantes a motas de polvo que cruzaran lentamente los rayos del
sol vespertino. Hoy podría ser su último día y aun así no cambiaría nada de lo
vivido... ¡Chitón! Llega su dueño. Habla por teléfono de una recolecta benéfica
mientras echa en una bolsa cuanto libro, puzle y muñeco ha conservado por pura
nostalgia para después, terminada la llamada, posar una mirada indecisa en su
viejo protector.
(Continuará)