Nota: Imágenes extraídas de Pixabay e Internet.
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«¿Cansado del típico viaje de nueve días y siete noches a Punta Cana? ¿No le interesan en absoluto las cenas con el capitán del crucero de turno? Déjese asesorar por nuestro personal especializado; le garantizamos una experiencia que no podrá olvidar.
Sería
presuntuoso afirmar que Viajes Fiumicino & Sierra es su única alternativa,
pero más de cien años a la vanguardia del sector turístico nos avalan como su
mejor opción. Con nosotros ha coronado el Everest, hecho espeleología en la Caverna del Mamut y
buceado en el mismísimo Triángulo de las Bermudas. Poseemos la mejor
infraestructura para el turismo espacial, experiencia única que podrá contar a
sus seres queridos desde nuestro complejo recreativo Arias V, a orillas del Mar
de la Tranquilidad ,
y ahora, tras años de investigación, le ofrecemos la increíble aventura del
viaje en el tiempo (*).
Admita
que no sintió satisfecha su inquietud cuando deambulaba entre las ruinas de
Pompeya, Mérida o Palmira. Egipto, Petra, Stonehenge,… no son más que tristes
testimonios de una grandeza que ahora ponemos a su disposición, para que viva
en primera persona, siempre de la mano de los mejores guías contemporáneos, el
día a día de la fascinante epopeya humana (**).
Viajes
Fiumicino & Sierra. Todo el tiempo por vivir»
(*) Viajes Fiumicino & Sierra se haya sujeto a
normativa estatal.
(**) Consulte disponibilidad de destinos en su agencia de
viajes.
–¿Por qué pone esa cara? Al fin y al cabo
somos una empresa dedicada al turismo.
–Pero estamos hablando de viajar en el
tiempo.
–¿Y?
–Pues, señor De Naerol… Que no es
organizar un crucero por el Mediterráneo, precisamente.
–Entienda que no hay mucha diferencia
entre una máquina del tiempo y la lanzadera espacial Discovery… O que un motor
diésel. Tenemos la tecnología y la ponemos al alcance del público más exigente.
–Bueno. Supongamos que sea así de fácil…
–No lo suponga. ES así de fácil.
–De acuerdo. ¿Cómo funciona exactamente?
–Comprenderá que no puedo darle los
detalles técnicos. Sólo decirle que no todo es energía nuclear y que aún hoy se
pueden conseguir muchas cosas con el vapor de agua.
–Entiendo. ¿Qué me puede decir de la «disponibilidad
de destinos»?
–Que no es más que un contratiempo que
esperamos solventar en breve. Por desgracia no podemos desplazarnos en el
espacio, por lo que si el turista quiere visitar Pompeya antes de la erupción
del año setenta y nueve debe hacerlo desde nuestra oficina en la estación de
Roma Termini, y llegar a la ciudad por los medios habituales de la época, lo que
es toda una experiencia, se lo aseguro.
»Tenemos oficinas repartidas por todo el
mundo, de forma que no hay destino al que no podamos llegar.
–¿Y eso de la normativa estatal?
–Verá. Aunque nuestra actividad se
financia exclusivamente a través de fondos privados, hemos de someternos a la Ley Bradbury , con la
que el Gobierno regula los viajes en el tiempo.
–¿Bradbury? ¿Como el escritor?
–Precisamente. La ley se escribió
basándose en tres reglas que debía cumplir el viajero del tiempo en El sonido
de un trueno, uno de sus cuentos.
–Las recuerdo: no olvidar nada en el
pasado ni traerse nada de allí y, por supuesto, no cambiar la historia. Creo
recordar que el presente del protagonista se veía afectado por la muerte de…
¿Una mariposa?
–Exacto, una mariposa. Pero he de decirle
que eso es pura literatura. Por nuestra experiencia puedo asegurarle que el
tiempo no es tan voluble, y que una mariposa muerta en el pasado no entrona al
dictador de turno, como ocurría en el cuento.
–«Por nuestra experiencia», ha dicho… ¿Está insinuando que sus
viajes en el tiempo pueden producir alteraciones?
–Mire. Nosotros hacemos todo lo que está
en nuestra mano para que no se produzca ningún cambio. Aún así puede que
algunas historias intrascendentes se vean alteradas; que los viajeros del
tiempo hagan, siempre de forma involuntaria, que dos personas jamás se lleguen
a conocer, o que alguien sea un poco más pobre… O un poco más rico.
–¿Y qué piensa el Gobierno de esas «historias
intrascendentes»?
–Al fin y al cabo nuestro negocio llenan
las arcas del Estado, así que nos dejan hacer siempre que los cambios
producidos no afecten a nivel macrohistórico.
–Tendrá que perdonarme pero eso que dice
me resulta escandaloso.
–¡No me venga con sermones! Peor lo
hicieron las industrias madereras en el Amazonas. Y como le he dicho, hacemos
todo lo que está en nuestra mano para que la Historia escrita con
mayúsculas no se vea afectada, así que no me joda o doy por terminada la
entrevista.
–No era mi intención… importunarlo. Sólo
quiero informar a los lectores.
»Dígame qué medidas son esas de las que
habla.
–A ver. Por un lado, el guía que acompaña
a los turistas controla que todo se haga dentro de los márgenes establecidos.
Por otro, la Ley Bradbury
establece que el viaje no puede ser inferior a ciento cincuenta años, el
equivalente a cinco generaciones.
–¿Por qué cinco generaciones?
–Porque tendemos a beneficiar a nuestros
hijos, padres o abuelos, ya sea por afecto o por cultura de familia. Más allá
de cinco generaciones es difícil mantener esa afinidad. Así, nuestros clientes
viajan a un pasado en el que sus abuelos aún no han sido engendrados; a un
tiempo en el que sus nietos han muerto con toda seguridad… Eliminada la
tentación, no se cae en el pecado.
–Aún así, el turista podría ayudar a Hitler
a ganar la Segunda
Guerra Mundial.
–Para eso está nuestro guía y vigilante.
Además, vuelve a hablar de ciencia ficción. Imagínese en un mundo en guerra del
que no sabe más que lo leído, con una lengua y una cultura que no es la suya y
sin información precisa con la que moverse. ¿Quiere ayudar a Héctor en la
defensa de Troya cuando no puede acercarse al Presidente del Gobierno para
hablar de las pensiones? ¡No me haga reír! Napoleón lo mandaría fusilar por
espía si intentara prevenirlo de la fatídica jornada de Waterloo.
»Por otro lado, no se sorprenda si le digo
que el hombre se siente más inclinado a beneficiar a su equipo de fútbol, sea
cual sea la época en que se encuentre, que a evitar holocaustos que no conoce
más que de sus estudios.
–No sé por qué no me extraña… ¿Ha ocurrido
alguna vez?
–Ocurrió. Y tuvimos que intervenir.
–Increíble…
»Y ya para terminar, señor De Naerol. ¿Qué
puede decirme del futuro?
–¿Futuro dice? El futuro como nos lo han
vendido no existe, simplemente porque no ha ocurrido. ¡No ponga esa cara! Como
reportero de la revista científica Qué Curioso debería tener la mente más
abierta. ¿No le parece?
»Si tomamos como base el calendario
Gregoriano, el presente de la humanidad se encuentra en el año dos mil cuatrocientos veintidós, exactamente a las una y veinte de la mañana del día veintiséis de octubre, hora local. Más allá no hay nada.
–Entonces…
–Entonces, mi querido amigo, tanto su
presente como el de los otros nueve mil millones de personas que habitamos el
planeta en éste dos mil cincuenta y cinco, sucedió hace trescientos sesenta y
siete años... y unos días. ¿Capta la sutileza?
B.A., 2.015
si la he captado Me gusto mucho tu historia
ResponderEliminarsi la he captado Me gusto mucho tu historia
ResponderEliminarMuchas gracias por tu tiempo y tus palabras.
ResponderEliminar¡Que bueno! Muy bien pensado. Un gran relato, sólido, con un diálogo muy bueno y un formato impactante, muy televisivo. Siempre es muy difícil escribir sobre los viajes en el tiempo sin caer en... lo de siempre. Pero creo que te lo has currado, has pensado en todos los detalles y con una lógica impecable que antepone el promotor al entrevistador. Me ha gustado sobre todo cuando la habla de la posibilidad de intervenir en los grandes acontecimientos.
ResponderEliminarEsto si es buena ciencia ficción. Enhorabuena.
Hasta pronto compañero. Siempre más y mejor
¡Qué razón llevas amigo Isidoro! ¡Qué de vueltas le he dado a este relato para no caer en lo de siempre, para darle un granito de originalidad! Gracias a tus palabras creo que he conseguido algo mínimamente decente, así que muchas gracias.
EliminarNos vemos en el siguiente, ya sea tuyo o mío.
Hola! siguiendo tu recomendación hago una visita a este relato. He de decir que ya te había leído algo, precisamente a partir de tus comentarios en el blog de Isidoro, y me gusta lo que escribes. Este relato en concreto nos presenta una visión original de los viajes en el tiempo, con una idea muy "Bradburiana" si me permites la expresión, cuyo relato al que aludes por cierto leí de muy joven. Como comenta Isidoro muy buenos los diálogos, es difícil encontrar escritores que los trabajen bien. Excelente el giro final, es inquietante plantearse la posibilidad de que nuestro presente sea en realidad un tiempo pasado. Gracias por tu visita a mi blog, te agregaré también pues creo que tu blog merece la pena. Un saludo.
ResponderEliminarGracias por pasarte por mi blog y comentar. Un saludo.
Eliminar¡Hola Bruno! ¡No conocía este relato tuyo y me ha encantado! Siempre me ha gustado que el peso del guión recaiga en un diálogo. Es un recurso que he usado en ocasiones y que de hacerlo bien, dota la trama de un dinamismo y un toque muy especial. En tu caso está muy logrado, me encanta como marcas las personalidades tanto del promotor como del entrevistador. Y lo mejor son las vueltas que das al tema de los viajes en el tiempo, jejeje. Vamos, que a mi parecer has conseguido un relato redondo. ¡Un fuerte abrazo! ; )
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Ramón. Escribí este relato hace un tiempo y he aprovechado un comentario del bueno de David para retomarlo. Siempre me ha apasionado la ciencia ficción, no en vano crecí con los libros de Julio Verne y película y series como Star Wars, Galáctica, Terminator, y esa fantástica adaptación del clásico de Wells llamada "El tiempo en sus manos". Este relato es el honesto homenaje a toda mi infancia.
EliminarRespecto a la estructura del texto, he practicado en varias ocasiones el recurso del diálogo. Como bien dices, otorga al relato un gran dinamismo y un toque fresco que de vez en cuando se agradece.
Muchas gracias por todo.
¡Te lo curraste de lo lindo! Muchos guiños temporales, como ese Delorian. Es una historia muy de Bradbury o Asimov, esos relatos que se leen en un suspiro, que te atrapan y te dejan con ese final inquietante. Has pensado y has conseguido una coherencia y verosimilitud, aprovechando de paso para realizar cierta crítica social. Como sucede con la buena ciencia ficción.
ResponderEliminarLeyendo esta clase de historias me parece que la realidad, nuestra realidad, no deja de ser una convención humana. Pero más allá de nuestros sentidos, existe otra realidad que apenas percibimos. Un fuerte abrazo!
Como bien dices, amigo David, el relato está lleno de guiños. Suelo recurrir a ellos en todas mis narraciones, pues es la forma más honesta que tengo de agradecer tantos momentos de felicidad vividos, ya sea con un libro entre las manos o viendo una película. Por supuesto no podía faltar esa crítica social de la que hablas, pues no se puede plantear algo como el viaje en el tiempo y no pensar en las posibles consecuencias que acarrearía, con especial mención al fútbol, el nuevo opio del pueblo, algo que creo que se nos está yendo de las manos.
EliminarUn fuerte abrazo, David.