«La búsqueda» se ha alzado con el Segundo Premio del II Reto Literario de la comunidad Relatos Compulsivos, a compartir con «Aprendiendo amor» de Julia C.
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El anciano no tenía idea de qué era lo que estaba buscando. Corregía el rumbo sin razón alguna, dando tumbos bajo la intensa luz del cielo primaveral, y así entró en un viejo pabellón reconvertido en tienda de modas –«Raphael» se anunciaba en moderna tipografía– donde, entre ropa amontonada y clientes estresados, una joven le cogió inesperadamente de la mano, guiándolo hacia el exterior con una sonrisa.
Deambularon por mercadillos
de segunda mano y oportunidades, y el anciano se dejó llevar. Para su sorpresa
y escándalo, la joven robó de aquí un CD, de allá un dibujo y alguna revista de
acullá, ordenando sus trofeos en un rincón aparte hasta escribir con ellos «Miguel
Abadejo», y entonces, sólo entonces, todo cobró sentido.
Miguel Abadejo. Su nombre;
su Yo. Perdido junto con la razón tras la muerte de su esposa Laura y por el
que vagaba desde hacía tres días por el enrevesado mundo de los recuerdos.
Gracias al lazarillo, en el que ahora reconocía a su hija María, Miguel
consiguió diferenciar fantasía de realidad, y el cielo bajo el que andaba no
era otro que el recuerdo de aquel que su esposa pintara mientras disfrutaba de
Raphael, que a media voz lloraba desde el reproductor compacto. Y los
pabellones que visitaran durante la Exposición del 92, los mercadillos los domingos
de buen tiempo,... Las tiendas de ropa, única debilidad de Laura, no eran más
que reflejos de una felicidad pasada.
Miguel despertó sentado
bajo un cielo que ya no era lienzo pintado, sino el fondo de aquella ciudad en
la que había vivido, amado y llorado, con vistas a la orilla izquierda del
Guadalquivir, y hacia él llegaba a la carrera María, el pelo ondeando como el
pabellón de una motora, reflejada en su cara la alegría de haberlo encontrado.
B.A.: 2.106
Hace unos días estuve en un espectáculo dirigido a promocionar nuevos talentos en el arte dramático. Cada compañía concursante tenía unos ocho minutos para actuar. Hubo algún grupo que, lo que intentó fue condensar una obra de teatro completa, con sus tres actos, en ese lapso de tiempo. El resultado era como si hubiesen escogido frases al azar del libreto y hubiesen hecho un resumen precipitado. Dirás, ¿y para qué te suelto este rollo? Pues para decir que, en mi opinión, un micro no es una historia condensada en pocas palabras. Es mucho más, una forma de expresión por sí mismo. El tuyo cumple con esos requisitos. Vemos cómo lanzas ante nosotros las piezas desordenadas de un puzzle que al tiempo que se va ordenando, construye una emotiva historia de amor, de pérdidas, de encuentros, en una perfecta convergencia de sueño y realidad (algo que manejas muy bien) Miguel representa el drama de aquello que tanto tememos, no sólo la pérdida de los seres queridos, sino de los recuerdos, y María la esperanza, el futuro, que nos guía a través de la ajena realidad.
ResponderEliminarEso es lo que yo veo en tu relato. Me ha gustado mucho, como todo lo que escribes. Son cosas en las que yo mismo he pensado muchas veces y que incluso he plasmado, con sus variaciones, en alguno de mis relatos.
Un fuerte abrazo
Antes que nada darte las gracias por tu fidelidad a prueba de bombas, amigo Isidoro. Reconozco que estos últimos meses estoy abusando de vuestro tiempo, publicando cada dos por tres un relato. Desgraciadamente, últimamente dispongo de mucho tiempo libre, y lo aprovecho para presentarme a cuanto concurso se me pone a tiro.
EliminarDicho esto, has visto bien el drama que representa Miguel y la esperanza que brilla en su hija María. El reto en cuestión no permitía sobrepasar las 300 palabras y he tenido que leer y releer muchas veces el texto para alcanzar la satisfacción deseada.
Como muy bien dices, el microrrelato posee una personalidad y una estructura propias, y me encuentro a gusto practicándolo.
Gracias por tu tiempo, amigo.
Un fuerte abrazo.
Espero que ese "desgraciadamente" termine pronto y vuelvas a no tener tiempo para nada. En todo caso, mientras así sea, ya dicen que "no hay mal que por bien no venga" y la suerte es que tú tienes una alternativa. Aprovecha mientras, que yo seguiré leyendo.
EliminarY enhorabuena por ese segundo premio compañero
Un fuerte abrazo
Gracias por los ánimos, compañero.
EliminarUn abrazo.
Hay que medirse mucho con éstos relatos con un límite de palabras tan corto, a mi también me pasa que escribo de más y después tengo que estar quitando. Sin embargo te ha quedado muy bien, y no dices ni más ni menos de lo necesario para que el relato cobre fuerza. En pocas palabras condensas el drama de la pérdida de los recuerdos, recreando además una situación habitual en quien sufre este mal, que es el hecho de recordar sucesos antiguos pero olvidar los recientes. Te deseo mucha suerte en el concurso Bruno.
ResponderEliminarGracias Jorge por tus ánimos. La verdad es que estoy acostumbrado a escribir relatos de menos de 1200 palabras, obligándome a un serio ejercicio de síntesis, pero este relato, si lo pienso fríamente, no necesita de más. Todo lo que le añadiera no haría más que petetir lo ya dicho.
EliminarUn saludo.
Enhorabuena, Bruno, por tu merecido premio. No sé cómo sería el que se llevó el primer premio, pero tu micro me ha parecido muy bueno. Es una historia muy profunda que refleja a la perfección el drama del Alzheimer. Mis felicitaciones y enhorabuena.
ResponderEliminarGracias Ana. Me alegra que te haya gustado. Y tus palabras me animan a seguir adelante.
EliminarUn saludo.
Maravilloso relato donde me has hecho acordarme de mi pasado cuando deambulaba con mi madre enferma de Alzheimer. Un abrazo
ResponderEliminarEspero no haber despertado recuerdos dolorosos. Gracias por pasarte y comentar.
EliminarUn abrazo.
Un relato precioso, Bruno.
ResponderEliminarUn placer.
Gracias Sue. Un placer que te pases por aquí y dejes tus comentarios.
EliminarUn abrazo.
¡Felicidades por ese premio! Ahora anda escuchando de fondo una canción que te gustará "The ecstasy of gold" de "El bueno, el feo y el malo". Y le ha dado un toque profundo y crepuscular a tu historia.
ResponderEliminarFíjate que hace bastantes meses, y también para un concurso, escribí un texto donde el mal que afecta a uno de los personajes...es el mismo de aquí en cuanto a perder recuerdos. Eso sí, no te digo el título que no lo comentaba para que lo leas forzosamente jaja.
Como han dicho por aquí, es breve pero con la cohesión que le da esa impresión final de derrota, naufragio, pero con una luz de faro en medio de la tormenta, representada esa luz por la hija de Miguel.
¡Un abrazo y a disfrutar cuanto puedas de todo lo que te gusta en ese forzoso y espero que breve tiempo libre!
Buen tema el que comentas, amigo José Carlos , uno de los mejores de Morricone, y, con tu permiso y el del maestro italiano, lo adopto como banda sonora para "La búsqueda".
EliminarMe has intrigado con ese relato tuyo que me comentas. Y lo voy a buscar para leerlo, por supuesto. Veo que aún me quedan muchas sorpresas que encontrarme en tu blog.
Un saludo y gracias por tus palabras de ánimo.
Un abrazo.
Ante todo mi felicitación. Un relato que llega adentro y no deja indiferente. Fue uno de mis preferidos entre los presentados. Me alegro que el segundo premio fuera para ti.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por tus palabras, Francisco. Me alegro de que La búsqueda fuera uno de tus relatos favoritos. Un abrazo.
EliminarYo la verdad es que tengo muchos problemas con los micros, ya que no son mi especialidad. Como te han comentado, no ya condensar, sino seleccionar que contar, es una tarea harto difícil que en este relato resuelves con gran brío. Tu descripción de Sevilla en el último párrafo es tremendamente emotiva. Conseguiste erizarme el vello.
ResponderEliminarBuen trabajo compañero. Un saludo!
La verdad es que me siento cómodo en los micros. Es cierto que en ocasiones se queda algo en el tintero electrónico que contar, pero siempre es posible adaptarlo a otra historia. Me alegro haberte emocionado con mi pequeña descripción de la ciudad en la que vivo.
EliminarMuchas gracias por comentar, amigo.