Los siguientes datos están extraídos de WikiFarándula, la enciclopedia libre del espectáculo.
Nacido en Le Havre en 1876,
Jacques Poussin tuvo claro a muy temprana edad que su futuro no se encontraba
en los astilleros de la ciudad portuaria, embarcándose de polizón con tan sólo
doce años en el SS La
Bourgogne con destino a
Nueva York. Aunque de inglés sabía lo justo, gracias a su natural desparpajo
supo desenvolverse sin dificultad en los Estados Unidos, ya fuera como
limpiabotas o repartidor. «El destino me esperaba en
el Barnum & Barley Circus», declararía años después,
afirmando que junto a Jo-Jo, el hombre con cara de perro, y al resto de
fenómenos que allí trabajaban encontró la familia que nunca tuvo en Le
Havre.
Con veintinueve años fundó la Bourgogne Company
(llamándola así en recuerdo del transatlántico que lo llevara al Nuevo Mundo),
cosechando con su Gran espectáculo de variedades y fenómenos un enorme éxito en todo el país. La lenta recuperación económica que
sucedió a la Gran
Depresión pospuso hasta 1939 el tour que tenía previsto hacer
por Europa, con tan mala fortuna que la invasión nazi de Polonia pilló a la Bourgogne Company
en medio del Atlántico, quedando la troupe varada en España a la espera del fin
de la contienda mundial.
Otro se hubiera rendido
ante la adversidad pero Monsieur Poussin supo adecuar su espectáculo a los
gustos y normas del país, y así llevaba ya cinco años, yendo a cuanta fiesta
local o romería se pusiera al alcance, cuando Andrea Mediavilla se cruzó en su
camino [...]
o O o
–¡Mejor que la del Ritz! –alabó
el empresario con aquel español suyo de acento tan peculiar, reflejo de los
lugares y las personas con los que había compartido la vida.
–¿Cómo ha
llegado esta delicatessen a un lugar
tan… apartado, ma chérie?
–Fui cocinera
en la embajada inglesa en Madrid –respondió la joven con timidez, la larga cola
con la que se recogía el cabello cubriéndole la mejilla izquierda–. Samuel
Hoare, el embajador, la adoraba.
–¿Trabajarías para
mí? –disparó el empresario a bocajarro–. El sueldo será escaso y las
incomodidades muchas, pero formarás parte de una gran familia. Y podrás actuar
si lo deseas.
Andrea sonrió
con tristeza y apartándose el pelo de la cara le preguntó a Monsieur Poussin: «¿Y quién
querría verme?», cogiéndolo totalmente desprevenido. Una larga cicatriz
le recorría la mejilla desde la oreja hasta el mentón y ante el sincero interés
del empresario, la joven se decidió a contar su desgracia entre silencios y
medias palabras, refiriendo avergonzada las muestras de afecto no buscado con
las que la abrumara William Osborn, mayordomo del embajador y esposo de Judith,
el ama de llaves, y cómo el cuchillo rasgó el aire, la piel y la carne aquella
noche en que los celos guiaron la mano de la despechada. «Sé que no ha
pasado nada
–admitiría después Judith mientras cosía con delicadeza la herida de su víctima–
pero sólo era cuestión de tiempo el que
mi marido te sedujera. Y eso no lo podía consentir».
–Nunca más
tendré que preocuparme por ti, Andrea. Disfruta de tu trabajo, tan importante
en estos difíciles días, y no me guardes rencor.
Pero Andrea
fue incapaz de cruzarse todos los días con su verdugo, y en su huida llegó a
aquella venta extremeña donde la apodaron «la Mujer Barbuda » por llevar siempre oculta
la mejilla izquierda con el pelo.
–¡Cuánto has
sufrido, ma chérie! Y por eso el
destino ha cruzado nuestros caminos.
»¡Serás nuestra cocinera! No
hay más que hablar. Y nos ayudarás en el escenario. «La Mujer Barbuda », te llamaron. ¡Pues eso
serás! Sólo necesitamos un poco de pelo de cabra con el que tejerte una barba
apropiada.
–¡Pero eso
sería un engaño! –contestó Andrea escandalizada.
–No, ma chérie. Es actuar.
–¿Como Amparo
Rivelles?
–Yo pensaba
más bien en Marlene Dietrich.
* * *
–Andrea. Una señora quiere
ver a Monsieur Poussin.
–Gracias,
Conrado. Yo me encargo.
Casi cae
desmayada cuando vio a Judith, la protagonista de sus pesadillas, esperando
junto a Conrado. Con toda la sangre fría que pudo extraer de su tembloroso
cuerpo, consciente de que sería imposible que la reconociera bajo el disfraz,
Andrea se aproximó a la pareja, comprobando con satisfacción que la presencia
de la mujer barbuda intimidaba al ama de llaves.
–Gracias,
Conrado –dijo Andrea enmascarando la voz para sorpresa del joven–. Yo atenderé
a…
–Señora
Osborn.
–¿En qué puedo
ayudarla… Señora Osborn?
Con la
eficiencia que recordaba en ella, Judith expuso que el nuevo embajador, Douglas
Howard, iba a celebrar una recepción y que era su deseo amenizarla con un
ilusionista. Mientras las mujeres negociaban las condiciones del contrato, el
fuego oscuro de la venganza prendió en el interior de Andrea, iluminando un
camino de sangre sólo visible para su alma atormentada. Y así condujo a Judith
hasta la carpa del ilusionista, encantadora en su papel de anfitriona,
describiendo cada uno de los cachivaches que allí se encontraban.
–Y en este
sarcófago –comentó ante un cajón de madera de la altura de una persona–, el
Gran Jag Niwas mete a su asistente para a continuación atravesarlo con nueve
espadas. ¡Y el muchacho no sufre ningún daño! Es magia muy avanzada.
»¿Le gustaría comprobar que
no hay truco alguno?
Judith entró
de mala gana en el interior del cajón tras lo que Andrea cerró la tapa con un
sorpresivo movimiento, quedando la mujer encerrada y a su merced. «Sin rencores,
Señora Osborn», dijo al ama de llaves usando su verdadera voz, y tras
eso ensartó la primera de las nueve espadas que el ilusionista afilara aquella
mañana con verdadera pasión.
o O o
[...] cuando Andrea Mediavilla se cruzó en su
camino, protagonista un año después de un sangriento suceso que sobrecogió a la
sociedad madrileña. «La venganza, como la vichyssoise –diría Monsieur Poussin al
reportero de ABC desplazado al lugar–, es un plato que se sirve frío». Tras ese
terrible acontecimiento, Monsieur Poussin [...]
B.A., 2.016
Otra degustación literaria de nuestro amigo Bruno. Porque es un gusto leer tus relatos, sin duda. Muy trabajado el "artículo" de la WikiFarándula, sí señor, aunque sé que eres un especialista en narrar de esta manera tan verosímil, recreándote en los detalles. Esta parte le da un aire, como digo, muy realista, ensartando el relato literario en medio de la crónica de forma muy original y efectiva.
ResponderEliminarEn cuanto a la parte de "ficción", pues que me quedo, como siempre, gratamente sorprendido por tu talento narrativo, que te voy a decir. El diálogo perfecto. El drama que te has sacado de la manga (cual mago de la troupe) es genial, me ha encantado (nos lleva de la mano al cine de la época) Y la venganza, ni te cuento. Has hecho un gran trabajo Bruno. Me parece un relato buenísimo, que nos lleva del terror al esperpento, del drama a la comedia, con la misma facilidad con la que nos deja ese increíble final abierto, promesa de una continuación que nos quedamos con ganas de conocer.
PD: Como hay confianza, te hago una observación. Tengo la duda sobre si lo has escrito así intencionadamente o no, porque la ortografía es perfecta pero el caso es que, dónde dices "Mon chéri", dado que se dirige a una dama, ¿no debería de ser "Ma cherie"?
Lo siento, tenía que poner la cagada, ya me conoces
Un fuerte abrazo amigo
Amigo Isidoro. Si Jacques Poussin sabía lo justo de inglés cuando llegó al Nuevo Mundo, como bien has visto yo de francés sé poco menos que nada. Y encima, mi fiel Google esta vez me ha traicionado (Et tu, Brute?), dejándome en paños menores. Menos mal que tengo a mis "moscas cojoneras" siempre pegadas al cogote. Je, je, je. Así que aprovecho este nuevo pescozón para daros las gracias a ti, a José Carlos y a tantos otros que no dudan en corregirme la plana cuando los dedos o la mente me patinan.
EliminarSuperado el desliz, me alegra que te haya gustado este relato de venganza. Me la jugué con el artículo de la WikiFarándula, pero veo que al final cuajó como debía, dándole verosimilitud al conjunto. En cuanto al final, dudé entre cerrarlo o dejarlo abierto, decidiéndome por esto último pues un hombre con tantos recursos como Monsieur Poussin saldría victorioso del sangriento suceso.
Agradeciéndote nuevamente la corrección, no dudes en "poner la cagada" tantas veces como lo veas necesario.
Un abrazo fuerte, compañero.
P.D.: La serie American Horror Story realmente me pone el cuerpo mu malito, pero es buenísima. Y la incorporación de Kathy Bates es de lo mejor. Ya lo verás.
Por cierto, vi las dos primeras temporadas de American Horror Story y me gustó bastante la serie. A ver si voy a por la tercera en breve (quizás para el verano, que tenga más tiempo, je)
ResponderEliminarExcelente narración Bruno, prosa cuidada y llena de fuerza. Me ha gustado como has planteado la historia, en forma de crónica periodística al principio y al final, y en el medio la tragedia y la venganza de la protagonista. Los detalles históricos, fechas, lugares y acontecimientos ambientan a la perfección la trama. Muy ingeniosa la forma en la que has obligado a la Compañía a establecerse en España. El final abierto está pidiendo a gritos una continuación que espero nos brindes en otra entrada. Saludos.
ResponderEliminarGracias Jorge. Como le he comentado al compañero Isidoro, no la tenía todas conmigo con el artículo de la WikiFarándula, pero veo que al final ha cuajado correctamente.
EliminarEl final queda abierto, a la espera de que indague en la vida de Monsieur Poussin; alguien con sus recursos merece un final a la altura.
Un saludo, compañero.
He visto la foto de Kathy Bates de ''Freak Show'' y no he podido evitar entrar a leerme el relato, a parte de por ese título tan ingenioso. A primera vista se trata de un argumento muy sencillo: la venganza de una mujer. Pero la crónica, bien estructurada y cortada en el momento justo para no revelar lo importante, la ambientación histórica que le da absoluta credibilidad, y el diálogo tan bien construido del principio, denotan que pese a su aparente sencillez, hay un gran trabajo detrás, una planificación que se refleja en un relato sólido y sin fisuras, narrado de un modo impecable. Por no hablar del tema circo, que desde un principio me tiene ganado.
ResponderEliminarUn saludo, Bruno.
Gracias Ricardo por comentar y compartir. No me extraña que la presencia de Kathy Bates te haya atraído a mi pequeño relato; es un monstruo de la interpretación y quién mejor que ella, en su papel de mujer barbuda, como maestra de ceremonias.
EliminarLa verdad es que este relato ha sido leído y releído muchas veces, consultando datos por lo demás muy escondidos a fin de darle ese toque de verosimilitud. Y me alegra que el esfuerzo haya merecido la pena. Estoy orgulloso del resultado.
Un saludo, Ricardo.
Estupendo relato, Bruno. Pobría decir que lamento lo que le pasó a la señora Osborn, pero no es cierto. Solo lamento que tuviera consecuencias para Andrea...
ResponderEliminarAmeno e interesante, me ha gustado mucho.
¡Saludos y feliz tarde! :)
La verdad es que la señora Osborn era un mal bicho.
EliminarGracias por pasarte por mi blog, Julia.
Un saludo.
Te felicito por este magnífico relato, Bruno. Consigues que me identifique con Andrea y comprenda su venganza. Me ha gustado mucho cómo despista el título. Creía que ibas a hablar de un monstruo. Enhorabuena. Un abrazo
EliminarGracias Ana por leer la desdichada historia de Andrea, y por comprender su forma de actuar. Me alegra haberte sorprendido con el título.
EliminarUn abrazo.
Muy buen relato. La venganza siempre se sirve fría. Me ha encantado como lo has enlazado todo para llevarnos a ese gran final. Muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias María. La verdad es que estoy muy contento con el resultado de este relato. Y si a ti también te gusta, pues mejor.
EliminarUn abrazo.
Que bueno Bruno! Me ha encantado y no sé como no lo descubrí antes. Está narrado con un tesón y una precisión literaria tan afilada como las espadas del ilusionista, jeje, Me parece un texto redondo de principio a fin. Pobre Andrea, que sucumbe ante la tentación de la venganza. Aunque la señora Osborn se lo merecía, por ser una hija de "fruta". Un gran abrazo! ; )
ResponderEliminarGracias Ramón. Quería escribir sobre la venganza de esta mujer barbuda, y no se me ocurrió mejor forma que desarrollar la historia complementaria de Monsieur Poussin.
EliminarLa señora Osborn tendría sus motivos para desconfiar de su marido, pero se metió con la persona equivocada.
Un abrazo amigo. Te invito a bucear en mi pequeño blog a ver si descubres otro relato que te impacte (un poquito de publicidad, je, je, je).
Que manera tan apropiada de vengarse! Lo lamento por las dos mujeres. Pero quien a hierro mata a hierro muere...
ResponderEliminarUn abrazo
¡Hola Mirna! Pues sí, Andrea consiguió su venganza y de una manera de lo más acordé con el papel que le habían obligado a jugar.
EliminarUn abrazo.