Acto 1
–¡Florindriel! ¿Dónde están las nueces de Ávalon?
–¡Dónde van a estar, Sorialas,
esposo mío! En la despensa,
entre las pasas y las conservas.
–No las veo.
–Ni que tuviéramos la alacena de un hobbit. ¿Tienes puesto los ojos de
ver?
–Muy graciosa.
–¿A que voy yo y las encuentro?
–Mmmnnnohacefaltayalastengo…
–Llevaba yo razón, ¿verdad? Pues claro, lo que pasa es que eres un inútil.
¡Y no farfulles! No sé qué vas a dejar para cuando llegues a viejo.
–…
–¡Qué hombre! Debería haberme casado con
Pádraic, El
leprechaun, como me aconsejó mi madre. No será guapo pero al menos es rico, con ese
pote de oro suyo al final del arcoíris…
(Toc, toc, toc)
–¿Quién puede ser? ¿A que me despierta al niño?
(¡Toc, toc, toc!)
–Ya voooy. Entre la casa, el crío, este desastre de hombre y tener que
sacar a pasear a Esmígol… ¡No me da la vida!
(¡¡Toc, toc, toc!!)
–¡¡QUE YA VOY!!
Acto 2
»¿Puede saberse a qué viene tanta prisa?
–Buenos días, señora. ¿Vive aquí Sorialas Calzonancho?
–¿Por?
–Le traigo un pedido del almacén de Alí. Soy su repartidor
express.
–¿«Express»? ¿Y qué demonios
eso?
–Es una palabra britana y significa «Rápido».
–¡Pues diga «rápido» y así nos entendemos todos!
Express… ¿Habrase visto? Desde
que estuvo por aquí ese mago britano de tres al cuarto, todos en el reino se
las dan de finolis. ¿Cómo se llamaba? Marlín, Martín,…
–Merlín.
–¡Eso es! Esto… ¿Quién decía que era usted?
–Señora, soy el repartidor
express del almacén de Alí.
Traigo un paquete para Sorialas Calzonancho. Vive aquí o no.
–Vale, vale. No se ponga borde conmigo. Si no le pagan lo suficiente no es
culpa mía.
–¿…?
–Deme el paquete que yo se lo entrego a mi marido.
–Firme aquí y que tenga un buen día.
–Hasta más ver… ¿Qué tontería habrá comprado este hombre bueno para nada?
¡Sorialas! Han traído un paquete para ti.
–¡Por fin!
–¿En qué te has gastado ahora nuestros ahorros?
–Ahora lo verás.
–¿Una espada en la piedra? ¿De verdad me estás diciendo que yo tengo que
macerar carne de jamelgo en leche salada de glutamato porque no puedo
comprar una onza de unicornio donde Solrak,
Hijo de Carnicero, y tú encargas
un conjuro?
»¡¿Te has vuelto loco?!
–Calla Florindriel, que vas a despertar al niño.
–¡PUES QUE SE DERPIERTE! Así sabrá lo inútil que es su padre.
»¡Y tú deja de ladrar, Esmígol! Ahora te saca tu dueño a pasear.
–Florindriel… Sabes que no le caigo bien a Esmígol.
–Pues ese será tu castigo por derrochador. Madre… ¿Por qué no te hice
caso?
–Deja de invocar a los demonios. Además, no es un conjuro como los de
Nahna, Bruja del Páramo. Es
igual que los suyos pero mucho más barato.
–Es decir, que encima has comprado una falsificación que no servirá para
nada.
–No seas cenizo, mujer.
–Y para qué lo quieres, si puede saberse. ¿Pretendes arrebatarle el trono a
Su Majestad,
El del puño cerrado?
–Sóloquieroserelreydemicasa...
–¿Qué murmuras?
–Que sólo quiero es ser el rey de mi… ¡Empresa! ¡El jefe de la empresa! No
sé si me entiendes.
–Pues para eso lo que tienes que hacer es trabajar duro, y dejarte de
tonterías. ¿Sabes? Mejor saco yo a Esmígol porque si no…
»¡Vamos bonito! ¿Quién es tesoro de mamá?
–Mi tesorooo...
–¡Qué gracioso eres! Sorialas, cuida del niño. A ver si por lo menos vales
para eso.
–Que sí, mujer, que sí... ¡Qué pesada! A ver esas instrucciones: «Quien
sacare esta espada de esta roca será por derecho rey de toda la casa».
Bueno, pues sólo queda tirar. A la de una, a las de dos y a las de
tresssaaahhh… ¡¡MIERDA!! No sale. La maldita espada no sale. Alí me ha
engañado, sea cien veces cien maldito.
»¿Ahora qué le digo yo a Florindriel?
(¡¡Toc, toc, toc!!)
–¿Quién será ahora? Y encima ha despertado al niño. Dita sea…
Acto 3
–Te saludo, Sorialas Calzonancho.
–¡Éldelgas, Hijo de Bútanor! Cuánto sin verte, mi pelirrojo amigo.
–Al menos un año. Hemos estado en campaña de recogida de gas en el Pantano
de Fuego, y no puedes siquiera imaginar lo que cuesta meter en calabazas
selladas las flatulencias de los orcos del metano.
–Ha tenido que pasar más tiempo porque hace un año hubo una plaga tremenda
de hadas en el castillo y estuve tres semanas desplazado allí hasta que
conseguí erradicarla.
»¡Cómo atrae la sangre de troll a esos bichejos!
–Ahora que lo dices, creo recordar que Florindriel me comentó algo de
eso…
»Y hablando de la jefa. ¿Dónde está para que pueda saludarla?
–Sacando a Esmígol. No creo que tarde. ¡Ops! El niño, se me había
olvidado...
–¿Eres padre? ¡¿Tú?! Jamás hubiera imaginado que fueras de esos que
perpetúan la especie.
–Pues ya ves. Tres meses que tiene ya el grillo.
»Por favor, deja las calabazas en la cocina mientras voy a por él.
–¿Y esto, Sorialas? ¿Una espada en la piedra?
–Sí. La he comprado en los almacenes de Alí, pero el sinvergüenza me ha
timado. Cuando le eche la mano encim… ¡¿Has sacado la espada?!
–Esto… ¿Sí? Perdona si te he estropeado la diversión.
»¡Mira a quién tenemos aquí! Hola pequeño. ¡Qué pelirrojo es! No sabía que
hubiera bermejos en vuestras familias.
–Ni nosotros tampoco… Y dime Éldelgas,
Hijo de Bútanor,… «Rey de esta casa». ¿Cuándo dices que fue la última vez que viniste por aquí?
B.A.: 2021