Nota: Imágenes extraídas de Pixabay y de Estudio 1 (RTVE.es).
_________________________
–Estrella...
¿Qué pintas son esas que llevas?
–Abuela, voy disfrazada de la Catrina,
una tradición del Día de Muertos de México.
»He
quedado con mis amigas para almorzar, y de paso celebraremos Halloween.
–Jálogüin… ¡Valiente mamarrachada! Nada
más que sangre y dráculas y cosas por el estilo. ¿Dónde quedó nuestro Día de
los Difuntos? Cada vez son menos los que van al cementerio a visitar a sus
seres queridos; es una pena cómo ha cambiado todo... ¡Si ni siquiera se comen
ya castañas asadas ni huesos de santo!
»¡¿Y
el Tenorio?! ¿También nos hemos olvidado de Don Juan Tenorio y Doña Inés?
–El Tenorio… ¿En serio, abuela? Qué
antigua eres.
»Eso
ya no se lleva.
–¡¡Anaaa!! ¡Mira lo que me está diciendo
tu hija! Ahhh, si hubieras nacido en mi época... A tu edad ya llevaba diez años
tu madre en el mundo, y yo trabajaba a destajo en la conservera de aceitunas
para llevar cuatro pesetas a casa.
»Un
escarmiento bien grande es lo que necesitáis, y no tanta tontería.
–¿Qué te pasa ahora con la niña, mamá?
–Que me ha faltado al respeto, eso es lo
que me pasa. Si hubiera más mano dura otro gallo nos cantaría, pero como ahora
todo son traumas…
–¡Deja a Estrella que se divierta, mamá!
Ya tendrá tiempo para casarse y tener hijos.
–Tiene veintinueve años…
–Son otros tiempos.
»Y
tú no vuelvas tarde. ¿Estamos?
–No te preocupes, mamá. Te llamo cuando salga de
la fiesta.
–Llevarás cargado el móvil esta vez.
¿No?
–Sí, mamá… ¿No se te olvidará nunca?
–Anda. Vete ya y diviértete mucho.
»Te
quiero, cariño.
–Y yo a ti. Y a ti también, abuela…
¡Mua! Aunque seas tan carca.
–Encima me llama «carca», la desvergonzada…
–Deja a la niña, mamá. Las cosas no son
como antes.
–¡Por supuesto que no! Con tu edad
estaría en el cementerio, ayudando a mi madre a limpiar las lápidas de la
familia y rezando por ellos.
–Claro que sí, mamá, mientras papá se
gastaba lo que habías ganado en la conservera en la tasca del pueblo…
»O
comprándole vestiditos a la Manuela.
–¡No te consiento…!
–¡¿Qué es lo que no me consientes?!
¿Acaso has olvidado ya el infierno que nos hizo pasar?
–Pero hija…
–Y ahora me saldrás con que lo único que
importaba era mantener unida a la familia, por muchas palizas que nos diera… A
pesar de la vergüenza que nos hacía pasar todos los domingos y fiestas de
guardar cuando le daba la paz a esa fulana delante de nuestras narices, para
choteo y disfrute de todo el pueblo.
»Si
callé entonces fue ti, pero ahora no lo haré.
–Tu padre lleva muerto ya casi veinte
años; creo que ya va siendo hora de que le perdones.
–No lo haré mientras viva.
»Te
has arreglado… ¿Vas al cementerio?
–Por supuesto.
–Anda, espérame un momento a que coja
las llaves del coche. Está diluviando y no quiero que te enfríes.
–Gracias hija.
–Pero no me pidas que entre a verlo.
–Descuida… Esta noche ponen al Tenorio
en la tele. ¿Te apetecería…?
–No me lo perdería por nada. A ver, como
era… «¿No es verdad, ángel de amor, que en
esta apartada orilla…?»
–«¿…más
pura la luna brilla y se respira mejor?». Te
quiero, hija mía.
–Y yo a ti, mamá.
B.A.: 2018