Ocurrió la noche de un sábado, gobernando
Mercurio la casa de Géminis, y su llegada nos cogió por sorpresa a pesar de los
regulares avistamientos acaecidos en los últimos meses. El pequeño alienígena
era una personita de color rosado y enormes ojos grisáceos que peinaba a lo
Julio César el escaso cabello de su abultada cabeza. Manejaba un lenguaje
basado en quejidos y balbuceos imposible de descifrar ni tan siquiera para
conocer su nombre foráneo, por lo que decidimos referirnos a él como Pablo, que
significa el pequeño, nombre por otro
lado más que apropiado pues superaba por poco el medio metro de altura.
Pablo no era un ser en absoluto peligroso,
mostrado por contra una indefensión y dependencia tan extrema que movía a la
compasión y protección desinteresada de su pequeña existencia. Y es en este
punto cuando aviso a quien se le cruce en su camino un pequeño extraterrestre
como el que habita nuestras vidas desde aquel sábado de junio: estos diminutos
seres poseen poderes extraordinarios con los que alienan a sus anfitriones. Doy
fe de ello. Desde que Pablo irrumpió en nuestro exclusivo mundo de dos se ha
convertido en la estrella en torno a la que gira nuestra existencia,
subyugándonos; anteponiendo su vida a la nuestra. Y tal es su fuerza de
atracción, tal el cariño que nos llena, envuelve y atrapa, que no nos importa
en absoluto. Quedáis avisados.
B.A., 2.015
Bueno, bueno... Mi más sincera enhorabuena, amigo
ResponderEliminarGracias por el aviso, pero llega tarde. Bienvenido al mundo de lo seres alienados por esos personajillos. En cierta ocasión, una amiga me dijo una frase de alguien de lo más acertada: "Hasta que no tuve hijos, no sabía que se podía vivir con el corazón por fuera"... ¿Que más se puede decir?
Un abrazo
Gracias por tu felicitación, amigo Isidoro. La llegada de este pequeño extraterrestre es toda una aventura.
ResponderEliminarUn saludo.
intenso escrito Tienes una forma especial de ver las letras y ponerlas en contexto
ResponderEliminarGracias por compartir
Gracias a ti por leer mis palabras; me animas a seguir adelante. Un saludo.
EliminarGracias por este precioso relato y ¡enhorabuena!
ResponderEliminarMuchas gracias... ¡Y a seguir en la brecha!
EliminarEnhorabuena Bruno! Me ha encantado el relato y como se lo dedicas a tu hijo. Un abrazo! ; )
ResponderEliminarEspero que también a él le guste cuando sepa leer.
EliminarUn abrazo fuerte, Ramón.
Claro que sí hombre! Tener un padre escritor tiene que molar seguro, jeje!
EliminarMaravillosos y entrañables aliens. Muy bueno Bruno!
ResponderEliminarGracias Mirna por pasarte y comentar. Un abrazo.
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