Nota: El Tintero de Oro propone para el mes de enero escribir un relato de 250 palabras que esté narrado en primera persona por un personaje ciego de nacimiento. Aquí está mi propuesta.
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–Cati, coge mi mano.
–Pero
es mi casa y tú eres…
–Confía
en mí.
Es
un apagón generalizado. La ciudad no está preparada para tan tremenda ola de
calor y los cortes de luz son una constante. Sin los móviles a mano, Cati
proponer llegar a la cocina, donde afirma tener alguna vela con la que burlar
las tinieblas. Al menos las suyas, pues yo vivo en ellas desde que nací.
Cati agarra mi mano, decidida, y una corriente eléctrica recorre mi
cuerpo, recordándome la razón por la que estoy allí. «Tengo algo que confesarte»,
fue el críptico mensaje de mi amiga y ante su puerta me presenté con la
esperanza de ser la razón de sus desvelos. Pues Cati está enamorada, no necesito
los poderes de Daredevil para saberlo, y toda la información que recibo de su
cuerpo afiebrado me lo confirma, desde su alegría apenas contenida al nerviosismo
de su conversación, llena de evasivas. Y ese perfume de azahar, tan distinto de
la colonia de baño que utiliza a diario. Nunca me ha ido mal en el amor, pero
Cati es Cati.
Me muevo sin dudar por el piso, guiándola para que no tropiece con sus propios
muebles. Ya en la cocina, animada por la intimidad que da la vela, Cati se deja
de rodeos, y es entonces cuando percibo la nota discordante.
–¿Conozco al afortunado? –corto la confesión apenas iniciada, desilusionado.
–¿Cómo sabes…?
–No hace falta ser Daredevil –digo y compongo mi más honesta sonrisa de
amigo.
B.A.: 2021