Nota: Para la XXIII edición del Tintero de oro, David nos reta a escribir un relato escrito en primera persona en el que el protagonista sea un psicópata. Esta es mi propuesta.
* * *
–¿Le interesan las Hermes Ultimate?
Me
mira con recelo. Cualquier mujer se muestra desconfiada cuando un desconocido
le dirige la palabra. Y no es para menos según los tiempos que corren. Debo
soltar algo de sedal o se me escapará, y para ello nada mejor que la aparición
del lameculos del encargado.
–¡Qué
pasa, Matías! ¿Haciendo horas extra?
–Ya
me iba, Jaime. Sólo quería ayudar a esta señora a elegir sus deportivas.
–Por
un momento creí que querías quitarme el puesto.
–¡Qué
jodío! –me despido con el desenfado del perfecto compañero de trabajo; debo
cuidar mi imagen a ojos de la potencial «clienta».
–¿Trabaja
usted en Podium? –me pregunta la mujer, menos suspicaz.
–Así
es. Matías Ovejero, responsable de la sección de running. Acabo de terminar el turno pero la vi tan indecisa…
Dejo
la frase en el aire, mi mejor sonrisa de niño bueno dibujada en la cara. Tiene
que llevarse esas zapatillas. DEBE llevarse las Hermes Ultimate, o mi plan se irá al garete.
–No
quisiera molestarle.
–Para
nada –un imperceptible cerrar de ojos me avisa; he de ir más despacio–. Hasta
dentro de media hora no sale mi tren, y la estación está aquí mismo.
La
perspectiva de que tenga que coger el tren hace que me vea como a alguien de
paso, y baja un poco las defensas. He resuelto el traspié por la mínima.
–Entonces…
¿Qué puede decirme de las Ultimate?
–pregunta al fin, interesada.
–Ah,
las Ultimate. Son lo mejor de la
marca Hermes para el running –afirmo contundente y paso a
enumerarle las supuestas cualidades de la ridícula zapatilla vendida por Podium
en exclusividad. Para ser sinceros, las deportivas son una auténtica mierda,
fabricadas en uno de los muchos zulos que en Bangladés llaman taller–. Pesan
poquísimo, la mitad de esas que lleva usted ahora mismo, y el precio no está
nada mal.
»Y
fíjese en lo flexibles que son, gracias a su tecnología de estrías de flexión.
¿Dónde suele ir a correr?
De
nuevo aquella sombra de duda en la mirada. En verdad es una presa difícil y
debo recurrir a una de mis mejores artimañas. La llamo «El calzonazos».
Repentinamente hago como si me vibrara el móvil y tras disculparme escenifico
para su incomodidad la típica escena del hombre de carácter débil subyugado a
la voluntad de su pareja. «Hola cariño. Ya salgo... No, no voy a perder otra
vez el tren. Por supuesto que me paso por el súper. Adiós, adiós.» El resultado
es instantáneo y la mujer deja de sentirse amenazada.
–Le
estoy entreteniendo.
–No
diga eso, por favor.
–Su
tren…
–Tengo
tiempo. De verdad.
–Está
bien… Suelo ir al Parque de las Tres Chimeneas, cerca de la iglesia de San
Lázaro.
–Perfecto.
–¿Cómo
dice?
–Digo
que estas zapatillas son perfectas –casi vuelvo a meter la pata por la puñetera
precipitación–. La amortiguación de gel hace que sean las más apropiadas para
practicar running en cinta o
carretera, y ese parque está asfaltado.
–¿Sabe?
Me ha convencido.
La
joven se despide con un sincero «gracias», llevándose bajo el brazo unas Hermes Ultimate de la talla 38 ½, y yo
corro en dirección opuesta para no perder el tren, pues realmente mi casa se
encuentra a un cuarto de hora de viaje en el cercanías.
Ya
acomodado en el vagón no puedo más que sonreírle a mi reflejo en el cristal. No
soy un psicópata a la manera de lo que nos tiene acostumbrado Hollywood: no
acuchillo a nadie en la ducha disfrazado de mi madre ni me como el hígado del
encargado del censo con habas y un buen Chianti.
¡Fffftttt! No. Yo soy un artista, un maestro del títere que maneja a su antojo
los hilos de los protagonistas del drama humano, y actualmente ocupo mi tiempo
con un interesante proyecto relacionado con la Ultimate.
La
opinión pública aún no sabe que la ciudad se halla bajo el terror de un asesino
en serie. Actúa en el entorno de las Tres Chimeneas, siendo todas sus víctimas
corredores que calzan el mismo modelo de zapatillas, unas Hermes Ultimate. No sé si será un inmigrante asiático que perdió
algún familiar en el reciente derrumbe del taller bangladesí donde se
confeccionaba el material de la marca Hermes,
por un sueldo de poco más de un euro al día, o si simplemente es alguien de la
competencia con ganas de hundir Podium. ¡Qué más da! Lo cierto es que ya ha
acabado con la vida de tres mujeres, un hombre y un niño. La policía conoce la
relación entre los casos pero Podium ha recurrido a sus más importantes contactos
para que no se haga pública la información, por razones obvias.
Me
enteré de tan perfecta oportunidad para practicar el arte de la manipulación
por pura casualidad, a través de un amigo policía de tendencia bocazas, y
subrayo su condición de «perfecta» porque ya trabajaba en la sección de running de Podium y conocía las
puñeteras zapatillas. Desde entonces, no hago más que contar a mis clientes las
excelencias de la Ultimate,
recomendándoles de paso el parque de las Tres Chimeneas. Puedo afirmar sin
lugar a error que he sido el propiciador de dos de los fatales encuentros
ocurridos en él.
¡Vaya!
El pesado de mi vecino viene hacia aquí.
–¡Matías!
Contigo quería yo hablar.
–¿En
qué puedo ayudarte?
–Como
trabajas en Podium… ¿Podrías recomendarme unas?
–Por
supuesto.
B.A.: 2.020