–Adriana Moreno. Adriana Moreno. Pase por
secretaría, por favor.
Eran las diez de la mañana de un martes
algo frío para la estación. Con la casa recogida y el almuerzo planteado, sólo
quedaba disfrutar del segundo café del día en la tranquilidad de la terraza, a
la espera de que el pequeño Carlos despertara del sueño de los justos que
disfrutaba arropado como un gusanito. A través del sistema de megafonía del
Elena Chaparro, colegio cercano perteneciente a la orden de las Hermanas del
Dolor de María, Conchi llamaba a los alumnos con su voz cascada de fumadora
empedernida.
–Ana
Carretero. Ana Carretero. Preséntese en secretaría, por favor.
La niebla que emanaba del café caliente
veló una sonrisa evocadora. Recordaba con cariño a Conchi de cuando cursó sus
estudios de EGB allá por los ochenta, y ya entonces regía el pequeño feudo de
la secretaría con mano de hierro, gruñona siempre ante cualquier osado que se
le acercara pidiendo un paquete de tizas o un puñado de folios. La buena de
Conchi… ¿Cuándo se jubilaría el viejo dragón custodio?
–Rodrigo
Albarrán. Jimena Florido… Albarrán y Florido. Sus padres los esperan en
secretaría.
¡Vaya! Eran muchos los niños a los que
Conchi llamaba aquel día. Los medios hablaban de una nueva cepa de gripe que
mantenía en jaque a los expertos, de extraordinaria velocidad de propagación y
múltiples casos de fiebre de hasta 43 ºC, y se veía que en el Elena Chaparro el
virus había encontrado un buen caldo de cultivo.
–Juan
Gil, Carla Adana, Alicia Ruíz,… Y también Isabel Jiménez. Pasen por secretaría.
»¡Déjenme
trabajar, por favor!
A Conchi se la notaba agobiada. Podía
imaginarse el descontrol que reinaría ante la ventanilla de la secretaría, con
tanto padre reclamando a sus hijos enfermos. ¡Bonito lío para un martes! Para
colmo, la pobre mujer se había dejado el micrófono encendido y el barullo
llegaba hasta la calle a través de la megafonía. Sólo esperaba que no
despertaran a Carlitos, después de la mala noche que había pasado. ¿Estaría
incubado el virus? A pesar de no ser de espíritu supersticioso, se sorprendió
golpeando con los dedos la mesita auxiliar de teca.
–Que
se presenten en secretaría Marta Polo, Leonardo Colorado, Alejandro Trejo,
Marta Navarro, Ángela Prieto y… Sí, ya les he oído, también Paula Iglesias y
David Martínez.
Con curiosidad, echó el cuerpo sobre la
barandilla de la terraza, estirado el cuello para poder ver una pequeña porción
de la calle que daba a la puerta principal del colegio, certificando lo que ya
intuía: el caos era total. Los vehículos mal estacionados en doble e incluso
triple fila estrangulaba la amplia vía hasta dejar un único carril para cada
sentido, tan estrechos que los camiones de reparto difícilmente podían pasar,
pandemónium circulatorio salpimentado con bocinazos, gritos e insultos que no
llegaban a más gracias a los agentes policiales enviados al lugar.
–Sara
Sánchez, Gracia Fragoso y hermanos Garrán. María López, Miguel Ferrera, Mariana
Calatayud y Teresa Contrera. Por favor, que todos se presenten en secretaría.
»¡Miguel
Ángel! Estooo… Señor director. ¡Menos mal que ha llegado! Necesito ayuda; la
situación es insostenible.
–Para
empezar, apague el micrófono. La escuchan hasta en San Lázaro.
–Disculpe…
El director por fin bajaba de su parcela
en el Olimpo para ayudar a la pobre secretaria. Conocía a Miguel Ángel de su
época de estudiante. Sobrado y trepa, nunca dudó en hacerse enemigos entre sus
compañeros por un positivo de más y ahora, gracias al apoyo de sus antiguos
profesores y al respaldo familiar, había llegado por puro dedo a la dirección
del colegio.
–¡Atención!
Les habla el director del centro. Los alumnos que sean llamados deben
presentarse inmediatamente en secretaría. ¡En perfecto orden y silencio!
»Natalia
Gallardo, Miguel Blanca, Paula González, Pilar Rodríguez, Rocío Larra, Nacho
Robles y Javier Ejido.
»Que
la junta directiva venga a mi despacho inmediatamente.
Valiente capullo estaba hecho el
«director del centro». ¡Y encima había despertado a Carlitos con su llamada al
orden! Ojalá el virus lo dejara una semanita encamado. De un sorbo apuró el
café ya frío, yendo con la taza vacía en la mano al dormitorio decorado en
tonos azules desde donde el pequeño llamaba a su madre.
–Ramón
Ramos, Gonzalo Mariscal, Martín Ruiz, Juan Serrano, Rodrigo Galán, Manuel
Huerta, Bernardo Romera, Abril Corraliza,…
–Mamá está trabajando, Carlos. Vendrá a
la hora de comer –consoló el hombre al pequeño con dulzura–. Te voy a preparar
un bibi calentito y después nos vamos de paseo.
–¡Ding,
dong, ding! Al habla el director. Tras reunión de urgencia, la junta directiva
ha decidido cerrar las instalaciones. Los alumnos aguardarán a sus familiares
en perfecto orden y silencio.
»El
cuerpo de profesores velará por el correcto desalojo de las instalaciones.
–Carla
Portillo, Rodrigo Rodríguez, Víctor Salgado, Irene Ramos, Carlos Mayoral, Irene
Barrillo, Jaime Rubio, Nicolás García,…
Al otro lado de la cristalera que
separaba la terraza de la del piso colindante, el cuerpo lacerado y putrefacto
de la otrora entrañable doña Ramona reaccionó al balbuceo infantil que le
llegaba a través del interfono encendido con un gemido antinatural, golpeando
el cristal; arañándolo hasta dejar impresas en él irregulares líneas
sanguinolentas.
–Antonio
Barragán, Elena Gallardo, Manuel López, Hugo Pinilla, Ignacio Prado, Pedro
Cabrera, Jaime Montero, Begoña Álvarez,…
El cristal cedió con un chasquido
lúgubre ante el envite de aquel cuerpo muerto que sólo buscaba satisfacer sus
instintos primarios. ¡Crack!
B.A.: 2.019
Humm me temo que la epidemia de gripe no era tal, sino algo mucho más peligroso e inquietante. Fíjate por donde Bruno, has construido un relato de zombies sin mencionar esa palabra en todo él. Algo extraño había en esa gripe misteriosa según se iba avanzando en la lectura, pero es cuando se llega al final donde se revela su terrible realidad, algo que no se intuía a pesar de que has dejado alguna pista por ahí, como esa fiebre de 43 grados. Inquietante el escenario que has elegido para desarrollar la escena, nada menos que un colegio. Escalofriante relato, amigo, te deseo mucha suerte en tu participación en el Tintero. Un abrazo!
ResponderEliminar¡Vuelvo a las andadas, amigo Jorge! Hacía tiempo que no trataba el tema del apocalipsis zombi, y esta historia llevaba ya mucho tiempo rondándome la cabeza. ¡Qué mejor forma de parirla que en la segunda temporada de El tintero de oro!
EliminarMe alegra que hayas disfrutado con él. Y cuídate de doña Ramona, no vaya a ser que fije sus instintos primarios en ti, je, je, je.
Un saludo.
La verdad, Bruno, no me he dado cuenta hasta el final. Has sabido crear una atmósfera y un clima de misterio excelentes.
ResponderEliminarUn abrazo
Me alegra que te haya sorprendido mi pequeña desventura zombi. Es un placer tenerte por aquí. Un saludo, Mirna.
EliminarTampoco me di cuenta por donde pasaba la historia hasta llegar a las últimas líneas, con ese cierre tremendo que muestra a qué se debe el pandemónium.
ResponderEliminarMuy bien narrado, Bruno.
Abrazos y suerte.
Hola Mirella. No son pocas las veces que he tratado el tema zombi. Me divierte e interesa sus posibles consecuencias, y si a veces lo presento abiertamente, sin ambigüedades ni giros finales, en esta ocasión creí necesario un poco de suspense.
EliminarUn abrazo fuerte.
Hola Bruno
ResponderEliminarVaya rato entre gripes y constipados he pasado y por si eso fuera poco, la vecina se pone a gemir de forma antinatural...
El inicio de una novela escalofriante!!!
Enhorabuena y suerte
Un saludo
Cuídate Paola que los noticiarios hablan últimamente de una crisis de gripe... ¿O no será gripe, al fin y al cabo?
EliminarUn saludo.
Final inesperado. Tal vez una espera monótona para tal final. Buena escitura.
ResponderEliminarSiempre me han gustado los giros inesperados, y este relato me pedía uno. Gracias por comentar, Beba.
EliminarGracias, Bruno, por participar con este relato en EL TINTERO DE ORO. Un fuerte abrazo y suerte!!
ResponderEliminarMientras pueda, intentaré participar en el Tintero.
EliminarUn abrazo, David.
Tremendo ese zarpazo final que rompe la monótona cantinela de ese altavoz alertando de una supuesta epidemia de gripe. Mucho me temo que para esa cepa no exista vacuna posible. Con la imagen de esa vieja muerta viviente a punto de devorar el cerebro del niño el horror llega de la nada y amenaza con quedarse por largo tiempo.
ResponderEliminarEstremecedor tu relato, Bruno. Un Abrazo y mucha Suerte en El Tintero.
Llevas toda la razón, Paco. No hay vacunas para este virus, y doña Ramona es un buen ejemplo de ello.
EliminarMuchas gracias por comentar. Un saludo.
Hola Bruno,
ResponderEliminarQue relato de lo más fascinante y escalofriante. Pensé que todo se trataba de una alarma por el tal brote del virus del flu, pero me as sorprendido muchísimo al llegar a ese final tan inesperado y sorpresivo. Ese ¡Crack! Solo de imaginarlo me erizado hasta la médula! Suerte en el concurso!
Me alegro que te haya gustado mi pequeño brote de virus. Y no hay nada mejor que una onomatopeya bien usada, ¿verdad?
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras de ánimo Yessy.
Coincido con Beba en que tal vez se demore en exceso el conocimiento del tema. El riesgo es que el lector se quede sin saber cuál es el tema, dado el cambio en el último párrafo.Si bien es verdad que una construcción dramática correcta implica causar sorpresa, esperanza, temor, etc. debe moverse hacia adelante. Por eso la voz narrativa tiene como misión ayudar a que el lector pueda tener una cierta capacidad de anticipación. En este caso y en mi opinión, despreciable como la de cualquiera, el lector puede sentirse ligeramente engañado
ResponderEliminarAprecio y respeto tu comentario, Don Kendall, y mi última intención es la de engañar al lector. Sólo quería ponerme (poneros) en la piel del protagonista, al que le llega la información a cuentagotas, descubriendo el nivel de esta cepa vírica según avanzan los acontecimientos. También en mi modesta opinión, creo más engaño sufre el lector cuando todo lo narrado acaba siendo un sueño.
EliminarUn saludo enorme y gracias por tu comentario.
¡Uff! Con la cantinela de los nombres y la epidemia de la gripe..., hasta que ha llegado ese zarpazo final que he leído y releído como un micro espeluznante y estremecedor. Desde ahí cobra un nuevo sentido todo el relato como en la película de "Los otros" y entiendes perfectamente el título.
ResponderEliminarFelicidades, Bruno y suerte en el Tintero.
Muchas gracias, María. Me gustan mucho los giros inesperados, como ocurre en "Los otros" o en "El sexto sentido".
EliminarMuchas gracias por comentar.
Impresionante este relato ahora que la epidemia de gripe está en su punto álgido. Jajaja. fuimos seis amigas y 4 volvimos con gripe A (arabe de aire acondicionado) nada sospechosa hasta el giro final. ¡Muy bueno! ¡suerte en el tintero! Un abrazo.
ResponderEliminar¡Menos mal que sólo fue gripe! Encontrarse con Ramona no hubiera sido nada agradable, je, je, je.
EliminarUn abrazo, María.
Vaaya, ya el título me llamaba a la atención de la historia, confusión, ruido, demonios, esto iba a intrigar. La fiebre de 43º esto ya era de daño cerebral, jeje a no ser que fuera una gripe rara, rara, aviar, celebrial,.. y bueno ese crak rompiendo huesos, ichssss, vaya historia compañero. Me ha recordado una situación que viví cuando fui a ver la película "Los otros" el final, así de pronto, me dejó sin orientación espacial en esa oscuridad de la sala jaja. Un abrazo
ResponderEliminarVeo que también te atraen los finales inesperados, Emerencia. He intentado hacerle comprender al lector que la crisis vírica era de proporciones bíblicas, de ahí ya dar una pista a través del título, pero me guardaba un As en la manga con doña Ramona. ¡¡Sorpresa!! Je, je, je.
EliminarMuchas gracias por pasarte y comentar. Un abrazo.
¡Muy buen relato, Bruno!
ResponderEliminarEn tu línea, y nunca mejor dicho, aunque, como el resto de lectores, de ello tan solo me he percatado al final (lo digo por los zombies claro está)
Por cierto, esta vez sí que lo has dado todo con los nombres... ¿Qué, te has cogido la lista de clase de octavo?, ja ja
Un placer, Bruno. Te felicito por el trabajo
Y un fuerte abrazo
Hola amigo Isidoro. De nuevo estoy con mis paranoias zombi. ¿Las echabas de menos? Je, je ,je. Puedo decir que el relato está basado en hechos reales, pues pasé un año entero "desterrado" en algún lugar de Extremadura de cuyo nombre no quiero acordarme (y eso que los extremeños son de las mejores personas con las que me he topado, pero la lejanía del hogar era mucha). Todos los días, desde un colegio cercano al piso que alquilamos, llamaban a varios niños para que se acercaran a secretaría, y yo fui anotando sus nombres siempre que podía, cambiándoles después el apellido. ¡Y ese es el secreto de tan larga lista!
EliminarUn placer como siempre tener tu comentario cerrando uno de mis relatos.
Un abrazo fuerte.
Hola, Bruno. Te ha quedado un relato redondo, con esa sensación de tensa espera hasta llegar a saber qué está ocurriendo en verdad y que no desvelas hasta el final. ¡Uf, menudo panorama! Menos mal que es sólo un texto, muy bueno, eso sí.
ResponderEliminarTe deseo mucha suerte en "El Tintero...".
Un abrazo.
Muchas gracias Patxi. Me alegra de haber conseguido esa "sensación de tensa espera", usando tus propias palabras, pues es justo lo que pretendía. Lector y protagonista se funden en uno, testigos de una situación que se agrava por momentos.
EliminarUn abrazo fuerte.
Hola, Bruno. Un giro completamente inesperado, sobre todo porque el tono me estaba pareciendo relajado y casi cómico. Así que me tocó releer. ¡Ojo Ramona, qué repelús!
ResponderEliminarUn abrazo y suerte en el Tintero.
Hola Alma. Quería hacer un relato que reflejara cómo algo tan cotidiano como una epidemia de gripe pasaba a ser una realidad mucho más terrible.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Inquietante relato. Veo que dominas el diálogo. El texto está muy bien estructurado. Choca, para bien, el giro final en el relato, aunque se podía intuir de algún modo, la verdad es que el primer párrafo no invitaba a pensar en absoluto, una historia de este tipo. ¡Suerte en el tintero!
ResponderEliminarHola Rebeca. Me gusta mucho practicar los diálogos. De hecho, tengo relatos en los que sólo utilizo diálogos, dibujando la acción a través de ellos. Muchas gracias por tus palabras de ánimo.
EliminarBueno, bueno, bueno...suspense en estado puro, uno nunca sabe qué se puede esconder detrás de una gripe, los virus son traicioneros. Mucha suerte en el Tintero, Bruno. Saludos.
ResponderEliminarTen cuidado, Betiavg, a lo mejor la epidemia de gripe que asola España es otra cosa, je, Je, je. Muchas gracias por tu comentario y ten cuidado con doña Ramona.
Eliminar¿Qué tal Bruno? ¡Vaya pandemónium te has montado!
ResponderEliminarEl relato tiene ingredientes para interesar:
- Equilibrio entre la parte narrada y dialogada. La voz del narrador funciona con la misma eficacia que la del megáfono.
- No hay un protagonista definido, aunque Conchi actúa como el eje central del relato es una historia coral, y la mención de la multitud de nombres todo un acierto, da impresión de multitud como tiene que ser un colegio.
- Hay una tensión soterrada, que en principio, parece que la pandemia es grave, muy grave, y hasta el último renglón no se resuelve la historia con un crac final y decisivo.
Enhorabuena Bruno, nos vemos en la final compañero.
Llevas toda la razón, Tara. Podemos decir que nuestra Conchi es el eje sobre el que gira este pandemónium. Quería que el narrador fuera lo más anónimo posible para que el lector pudiera ponerse sin esfuerzo en su piel. He ido aumentando la tensión poquito a poco a través de esos nombres que Conchi nombra sin cesar para que al final, crack, nada es lo que parece y a nuestras puertas llama la muerte en la piel de doña Ramona.
EliminarMuchas gracias por tus palabras.
Un saludo.
Me ha pillado totalmente desprevenido el final, tanto que lo he tenido que leer 2 veces. Que imagen tan espeluznante la de esos futuros zombies colegiales. Casi que los veo con su carpeta forrada con fotos de the walking dead o su mochila colgada, mientras devoran el cerebro vacío del director o una pierna varicosa de la pobre Conchi.!Qué buen relato! Saludos. Nos vemos en el tintero
ResponderEliminar¡Vaya Purple! Has rematado fantásticamente mi relato, con esa horda de colegiales vengándose de la opresión del colegio. Me ha gustado mucho, una imagen digna de su propio relato
EliminarUn abrazo fuerte.
Hola Bruno, muy bien creado ese ambiente que mantiene en tensión al lector hasta casi el final. Casi se puede sentir la angustia de la voz según va llamando a los niños. Se percibe la sorpresa del director al que se suman los demás protagonistas.
ResponderEliminarUn abrazo y suerte en el concurso
Puri
Muchas gracias, Puri. Tensión, angustia y sorpresa son las bases de este relato de tintes apocalípticos. Muchas gracias por tus comentarios.
EliminarUn saludo.
¡Jó macho! te has dejado la sorpresa para el final creando el impacto definitivo con esa rotura de un cristal que no depara un final feliz para los inquilinos de al lado.
ResponderEliminarTe deseo suerte si es que sobrevives al ataque de los niños zombis.
Un abrazo.
¡Sorpresa, sorpresa! Je, je, je. Pues mucho se han de espabilar nuestro anónimo protagonista para que doña Ramona no sacie sus instintos primarios.
EliminarMuchas gracias por comentar, Francisco. Un abrazo.
Hola Bruno, un relato inquietante, me ha tensionado ese megáfono llamando a los "alumnos" del colegio, ya que creía estar en un colegio, con los alumnos contagiados de una pandemia...hasta el final nos has tenido en ascuas. Final inesperado y lo más difícil de lograr. Un abrazo Bruno.
ResponderEliminarGracias Miry. Me alegra que te haya tenido en ascuas hasta el final mi extraña epidemia. Sólo ten cuidado con doña Ramona; creo que está hambrienta. Je, je, je.
EliminarUn abrazo.
Tu relato me evocó a algunas historias de terror, pero no pude imaginar ese final. Tiene un suspense extraño, inquietante.
ResponderEliminarMuy bueno, Bruno!
Me alegra que doña Ramona te haya dorpresorpr, Federico.
EliminarUn abrazo enorme.